Lleva más de tres meses y medio en huelga de hambre y ayer rechazó una propuesta del Gobierno para terminar con su ayuno. De seguir en su cruzada, la niña que estudió Teología, que fue novicia y repartía dulces entre los pequeños de La Pincoya podría transformarse en la primera mártir mapuche, sin serlo. Y de paso, ser la llama que encienda el conflicto latente en Arauco.
Ésta es la tercera huelga de hambre y la más extensa que Patricia Troncoso realiza en nombre del pueblo mapuche. Lleva más de cien días y está dispuesta a morir si el Gobierno no accede a otorgarle libertad los fines de semana y establecer una mesa de diálogo.
Ayer recibió una propuesta del Gobierno de la mano de monseñor Alejandro Goic, que ofició de mediador; sin embargo, ella respondió con un portazo: la oferta fue libertad dominical con revisión cada seis meses. Ella exige que este beneficio se extienda en el tiempo.
Esta semana, la Chepa fue trasladada contra su voluntad por los médicos de Gendarmería al Hospital Herminia Martín, para introducirle un catéter con el que recibió tratamiento para paliar su escasez de nutrientes. Fue amarrada de pies y manos a la cama durante dos días para inyectarle el suero que evitara un riesgo vital. La orden provino del Ministerio del Interior y aunque la Chepa acusó que accedió bajo amenazas, el Gobierno no tuvo alternativa: en La Moneda saben que su intención es mantener la huelga hasta la muerte si es necesario, una decisión que podría convertirla en la primera mártir no mapuche que lucha por esa causa y en la llama que encienda el conflicto latente en la Araucanía.
"Si Patricia se llega a morir las movilizaciones se agudizarían con mayor intensidad y las masas serían más incontrolables. Hay organizaciones que no participan con la Coordinadora Arauco Malleco, pero también todos nos plegaríamos a realizar movilizaciones, porque Patricia está dando la vida por nosotros", cometa a LND Isolina Paillal, dirigente de la organización Meli Wixan Mapu.
Patricia Troncoso estaba recluida en la cárcel de Angol, donde inició el ayuno el 10 de octubre de 2007.
DE NOVICIA A ACTIVISTA
Patricia Troncoso tiene 39 años, es la mayor de cinco hermanos y una excepción a todas las reglas. Es la única mujer condenada por la Ley Antiterrorista, se autodenominó líder del pueblo mapuche y sin ser parte de ellos fue aceptada como una más de la cultura indígena. Su padre dice que siempre fue una niña entusiasta, alegre y cariñosa con su familia. Estudió en un colegio técnico para ser auxiliar de párvulos y aunque nunca ejerció, siempre le gustó ayudar a los niños de su población, La Pincoya. Su padre recuerda que durante los fines de semana recolectaba géneros, cartones y tubos de confort, para hacerles títeres a los niños.
Su familia concuerda en que Patricia siempre tuvo inclinación por la ayuda social y lo religioso. Fue novicia en la Congregación del Inmaculado Corazón de María, ubicada en La Reina, se retiró y luego decidió estudiar Teología en la Universidad Católica de Valparaíso, una carrera que no terminó.
Mientras la Chepa estudiaba en el puerto y era presidenta del Centro de Alumnos, conoció a Andrés Llao, lonko y artesano. Lo escuchó en una charla que él dio en su misma universidad sobre la cultura mapuche. Por esta razón, el hombre se siente culpable de que ella hoy esté dando su vida por el pueblo. Él siempre le insistió que debía terminar sus estudios, pero como la Chepa era obstinada en sus ideas, no le obedeció. Andrés Llao cree que los mapuches deben ser profesionales para ayudar a crear proyectos para su pueblo.
Patricia vivió tres años con el lonko y luego se fue al sur. Creyó que viviendo entre los mapuches su ayuda sería mejor recibida. Estuvo perdida por mucho tiempo, y su familia sólo sabía de ella por las noticias que aparecían en la prensa, pero cuando su padre se enteró de los problemas en los que estaba involucrada fue a buscarla de inmediato. "De ahí ya no perdimos más el contacto", explica su padre.
TRABAJOS DE VERANO
Loreto Fernández, compañera de universidad de Patricia, destaca que ella siempre fue una mujer alegre, entusiasta y comprometida con lo social. En Valparaíso había comunidades urbano-mapuches donde ella se integró poco a poco a los trabajos de verano, donde vio pobreza y racismo contra los mapuches, cuenta. Por eso espera que el Gobierno se sensibilice: "Hay personas que han cometido delitos peores y se les otorga lo que están pidiendo".
Esa misma fuerza que ha tenido hasta hoy que cumple los 110 días de ayuno, es la que podría llevarla a la muerte. Su padre dice que toda la familia la apoya "porque todos, de alguna manera, provenimos de esa cultura. Tengo temor de que el Gobierno no la escuche".
Isolina Paillal cree que de empeorar la salud de Patricia, el conflicto estaría lejos de acabarse y susurra el sentimiento que le han dejado sus últimas conversaciones con la Chepa. "Cuando uno habla con ella, nos da más fuerza para seguir luchando por nuestro pueblo".
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