Por: Ozren Agnic Krstulovic
El presente artículo, extractado de un profundo análisis hecho por el economista de la U. de Chile y MBA de la Universidad de Stanford, Finn Samsing, refleja cabalmente las causas del fracaso del modelo de libre mercado en Chile y desmitifica el mal llamado “Milagro Económico”, orgullo del ex dictador Pinochet, impuesto por los Chicago Boys con el respaldo de las armas. La Concertación ha olvidado sus principios fundacionales, no escucha el clamor del pueblo y se ha transformado en un simple continuador del gobierno militar. A causa de ello, dos y medio millones de chilenos expresa su repudio rechazando inscribirse en los registros electorales. No existe nada esotérico en el análisis. Veamos que indica Finn Samsing acerca del modelo:
La doctrina de Libre Mercado desarrollada por Milton Friedman en la Universidad de Chicago, fue una respuesta al avance casi incontenible de las doctrinas socialistas que se impusieron en la mitad del planeta, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. Por aquellos años, además, surgía el modelo “desarrollista”, elaborado por el economista argentino Raúl Prebisch desde la CEPAL. El modelo “desarrollista” propiciaba, para los países en vías de desarrollo, un sistema económico autosuficiente en el cual debían cerrarse sus economías a las importaciones de productos manufacturados. Estos serían elaborados localmente. Así fue como Chile llegó a tener ensambladoras de automóviles, ensambladoras de televisores, producción de línea blanca, variadas fábricas textiles y otros, con mucha absorción de mano de obra.
Los enunciados de la economía de Libre Mercado se encuentran en el libro “Capitalismo y Libertad”, de Friedman y se fundamentan en un falso dogma: el mercado, con una “mano invisible” es capaz de solucionar los problemas económicos de un país, sin que nada pueda interferir los objetivos de ese mercado; así, se eliminan leyes, reglamentos u organizaciones que dificulten los designios del mercado, única manera de maximizar resultados que, con su crecimiento, llegarían a mejorar el bienestar de los habitantes de un país.
Sostiene que siendo escasos los recursos de una economía, éstos deben administrarse con la mayor eficiencia y que, atendido que el Estado es ineficiente para administrar recursos escasos, corresponde privatizar todas aquellas empresas públicas de su propiedad, aún cuando estas sean rentables. El uso eficiente de estos recursos por parte de los privados asegura un máximo crecimiento y desarrollo, el que a su vez traerá el mayor bienestar a los habitantes del país que abrace un modelo de mercado al estilo Chicago.
Friedman también indica que los aportes del Estado a programas de bienestar social han de reducirse al mínimo.
Como corolario de estos tres enunciados –que él llama principios- las empresas deben tener la mas absoluta libertad de vender su producción en forma libre y en cualquier parte del mundo, sin restricciones. Los gobiernos no podrán generar protecciones de ningún tipo destinadas a favorecer a su industria local. Todos los precios, incluyendo remuneración al trabajo, son determinados por el mercado. Es inaceptable la fijación de un sueldo mínimo, cuestión que hoy en Chile aceptan muchos antiguos contradictores del sistema a causa de conveniencias para sus propios intereses económicos.
La Doctrina Chicago y las Corporaciones Multinacionales con operaciones internacionales, veían disminuidos sus potenciales mercados con los avances del comunismo, las doctrinas socialistas y las políticas proteccionistas enarboladas por países en vías de desarrollo.
He aquí la razón que explica la explosiva importancia que adquirieron las teorías de Libre Mercado enarboladas por Friedman. La visión de Friedman coincide, precisamente, con los intereses de las grandes corporaciones.
Con particular entusiasmo, no se dejaron esperar aportaciones financieras del sector privado al departamento de Economía de la U. de Chicago, sumado a contribuciones del gobierno norteamericano, con el objetivo de difundir mundialmente “La Nueva Verdad Económica” creada por Friedman.
Las rigurosas ideas del modelo económico de Milton Friedman se caracterizan por una aparente racionalidad a toda prueba, hecho que permitió difundir universalmente el modelo. Los “think tanks” que propician las ideas de libre mercado en Chile, como lo es el centro de estudios Libertad y Desarrollo, no escatiman argumentos para defender las bondades del modelo. Sin embargo, la rigurosidad de Friedman no muestra los fuertes desequilibrios que origina su modelo, el que solo beneficia finalmente a un pequeño sector de la economía, en todas las partes donde se ha aplicado.
En 1957 el gobierno norteamericano y la Fundación Ford ofrecieron a la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, la más prestigiosa del país, recursos para financiar estudios de post grado en economía en U.S.A. para estudiantes de esta Facultad. El Decano, Luis Escobar Cerda, rechazó dicha oferta debido a que se condicionaba el envío de los estudiantes de economía a una sola fuente de pensamiento, es decir a las doctrinas económicas impartidas por la Universidad de Chicago.
La Fundación Ford hizo la misma oferta a la Universidad Católica la que fue aceptada. Así, esa Universidad envió numerosos estudiantes de post grado al Departamento de Economía de la Universidad de Chicago. En ese lugar se adoctrinarían aquellos estudiantes seleccionados para difundir en el futuro y en Chile, la “verdad económica del señor Milton Friedman”. La U. Católica se transformó en el mayor agente difusor de la doctrina Friedman.
Asimismo, la Fundación Ford financió a la Universidad de Chicago para crear y desarrollar el Centro de Estudios Económicos para Latino America. El economista norteamericano Arnold Harberger creó la “Oficina Chile” en Chicago; en ese lugar se analizaban exclusivamente los problemas de nuestro país.
Chile fue el primer país en el mundo en poner en práctica las doctrinas de libre mercado. La aplicación práctica estuvo en manos de los primeros graduados de Chicago que eran más “Friedmanólogos” que el mismo Friedman. Son los que hoy se conoce como los “Chicago Boys”
Según Friedman, la aplicación de su doctrina económica requiere previamente que el país donde se implemente esté sumido en una profunda crisis y que sus habitantes se encuentran en un estado de extrema angustia, dispuestos a aceptar cualquier solución razonable a sus problemas económicos, incluso transando valores profundamente arraigados en la cultura del país. Es así como el tratamiento de Shock sugerido por Friedman sería aceptado sin reparos por la población chilena. Mejor aún por la inexistencia de una oposición política.
La implantación de los principios doctrinarios, según los edictos del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, debían ponerse en marcha con rapidez y confidencialidad para tener éxito en el más breve plazo.
La detallada planificación previa en Chile se materializó con un documento que se llamó “El Ladrillo”, elaborado en su gran mayoría por graduados de Chicago; todo dentro de un marco de estricto y máximo silencio. Puesto en marcha el modelo económico, era imposible cualquier oposición que pudiera modificar la doctrina del libre mercado.
La aplicación del tratamiento de “Shock” en Chile, sugerido personalmente por Friedmana a Pinochet, fue catalogada por The Economist como una “orgía de automutilación”.
Es un error suponer que todos los modelos neoliberales son iguales. El chileno es distinto al norteamericano y diferente al italiano. El chileno se caracteriza por un libertinaje extremo, con importantes diferencias al norteamericano, el que ha desarrollado leyes y normas antimonopolios orientadas al mantenimiento de la libre competencia, situación que en Chile es inexistente en la realidad, pese a los disfraces. El modelo económico chileno genera conflictos que tienen su origen en los marcados desequilibrios entre las fuerzas económicas que se relacionan en el mercado. Tales desequilibrios ocasionan abusos e injusticias económicas que a su vez agudizan las desigualdades, provocando las tensiones sociales apreciadas últimamente.
Considerando los principios implementados por los “Chicago Boys” los desequilibrios se ven aun más acrecentados por la ausencia de normas antimonopolios que regulen adecuadamente las relaciones entre dos empresas: una en condición de proveedora y la otra compradora. No hay normas adecuadas para regular relaciones entre una empresa y el consumidor final; por ejemplo, normas de operación y emisión de Tarjetas de Crédito.
La falta de regulaciones abre camino a la “Ley de la Selva” donde el más poderoso somete al más débil y es así como en Chile en vez de transitar por un “modelo económico social de mercado”, se ha transitado por un “modelo de libertinaje de mercado”. Los grandes perdedores en este enfrentamiento han sido los medianos y pequeños empresarios, sean ellos industriales o comerciantes, y los consumidores finales. Todos han sido expropiados o abusados por las grandes cadenas de comercialización que han emergido en Chile, concentrando las actividades en muy pocas manos.
El ex-presidente Aylwin decía que el sistema de libre mercado es "cruel", yo le aclararía, parafraseando a Churchill cuando hablaba sobre la democracia: el “modelo económico social de mercado” es el peor, con la excepción de todos los demás. Yo agregaría que el “modelo de libertinaje de mercado” implantado por los “Chicago Boys” en Chile es inaceptable para la buena convivencia de los chilenos. Está claro que el “milagro” económico en Chile hay que entenderlo como un conflicto -generado por el modelo-, entre los sectores de altos ingresos y los sectores de ingresos medios y bajos de la economía. Tal es así, que las cadenas de “retail”, respaldadas por el modelo chileno, han generado un conflicto de gravísimas consecuencias económicas y sociales como es el abuso a los consumidores endeudados a través de las Tarjetas de Crédito. Aquí es donde se hace presente patente el atropello desmedido que afecta a los usuarios de este mecanismo de financiamiento.
También los proveedores industriales han sido esquilmados. En peor situación están los comerciantes que han sido depredados del mercado, básicamente porque las inoperantes leyes antimonopolios les impide competir en igualdad de condiciones.
Un factor que agrava lo ya indicado, es la velada censura de los medios de comunicación, hecho condenable por ser una afrenta a la democracia. En un régimen democrático como el chileno pero con un modelo económico de libertinaje de mercado y donde la concentración del poder económico se ha consolidado, podemos presenciar la censura de los medios de comunicación originada no por el poder político, sino por el poder económico. La censura se manifiesta en prohibir y eliminar publicaciones que atenten contra cualquier aspecto del modelo de libertinaje mercantil vigente en Chile.
La contravención a esta norma no escrita se sanciona con reducciones o eliminación de los presupuestos de publicidad asignados a los medios infractores, que requieren del avisaje para subsistir.
Una abierta censura proviene de lo que podríamos llamar la dictadura económica. Los abusos cometidos contra los usuarios de Tarjetas de Crédito de casas Comerciales no se hacen públicos en los medios de comunicación social, ya que las empresas emisoras de estas Tarjetas son las mayores anunciantes de diarios, canales de TV, radiofusoras y revistas.
La Iglesia Católica está envuelta en una dicotomía: por un lado propicia equidad social, representada por la proposición de un “sueldo ético”, propiciado por el Obispo Goic, y por el otro, al alero de la Universidad Católica, difunde y propicia a través de los “Chicago Boys” -de su Facultad de Economía- un modelo económico que es ajeno a toda consideración social como lo es el nivel de empleo, distribución de la riqueza y remuneraciones mínimas.
En conclusión, todo indica que dada la forma como se ha aplicado el Modelo de Libre Mercado en Chile, tanto el consumidor chileno como las Pymes chilenas seguirán siendo perjudicadas en el futuro, como lo son en el presente.
La experiencia chilena se repite con similitud en todos los países que han pasado por el proceso de aplicar el shock económico creado por Milton Friedman. En esos Estados también existe corrupción en las privatizaciones, remuneraciones que no crecen en paralelo al PIB, aumento en las desigualdades en la distribución de las rentas, millones de consumidores abusados, niveles crecientes de desocupación laboral, desaparición de miles de medianas y pequeñas empresas, concentración en grandes empresas, etc. Inclusive se aprecia aumento de la delincuencia, atribuible en gran medida a la falta de oportunidades para sus habitantes, siendo las clases medias y populares los grandes perjudicados. Como para que mediten nuestros gobernantes...
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