Autor: Marianella Yanes Oliveros desde Venezuela
Construir siempre cuesta. Hemos vivido los pueblos de América en constantes cataclismos políticos, conmociones ideológicas, contradicciones sociales. ¡Obvio! La bota del norte con su afán imperialista hace lo propio: trastornar el avance de las bases hacia ese mundo posible que soñaron nuestros libertadores. Hoy, mirando los efectos de esas estrategias comunicacionales usadas por una derecha de las más recalcitrantes que ha parido la historia, podemos medir, analizar, discernir cuan incalculable –aún- es la penetración en el pueblo de esa visión de mundo que pelea por no fenecer: El capitalismo.
Para los compatriotas que dudaron acerca de la pertenencia de votar por el Sí, quiero comentarles que lo que se puso en riesgo fue precisamente una visión de mundo. No si el Presidente tendría menos o más poder al aprobarse o no el proyecto constitucional, sino el dejar abierta la fisura por donde se cuelan los males del neoliberalismo. En suma, hubo falta de convicción, de claridad ideológica, de trabajo comunitario, de pertinencia comunicacional, demasiada confianza en el despliegue propagandístico electoral, más que en el trabajo profundo con las bases sociales.
Es desde adentro, donde hay que profundizar la reflexión. Una reflexión que no sólo le atañe a Hugo Chávez Frías, por cierto definitivamente digno, ético y humano en su discurso después de que el Consejo Supremo Electoral transmitiera el primer boletín oficial; sino también una reflexión que nos involucra a todos como país; porque si algo común hubo en este proceso es que todos los análisis, tanto los de derecha como los de izquierda, se hicieron trizas. Nuestra confianza se derrumbó a medida que iba transcurriendo la tarde y las caóticas predicciones de la derecha, con su lenguaje de odio, de violencia y de desestabilización política y social, se extinguieron en lo que nuestro presidente, crecido como líder, aceptó el veredicto. ¡Tremenda vocación democrática la de Hugo y la de nuestro pueblo!
Mañana sigue delante de nosotros. El socialismo es la vía para construir un mundo posible, un mundo donde la injusticia y el hambre desaparezcan de la faz de la tierra, pero para ello tenemos que construir bases de pensamiento sólido y claro, romper con el miedo al comunismo. Sólo desde la educación y el trabajo comunitario y popular podemos encontrarnos con la claridad del voto. Lo demás es efectismo, es inmediatismo, es trabajar para el momento y no para el futuro.
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