Por: Claudia Urquieta Chavarría
Con su propuesta, el economista busca incorporar en el pensamiento de la izquierda la temática medioambiental, recalcando que su origen tiene que ver con el desarrollo del capitalismo. Por eso, estima que debe ser un pilar político fundamental y aunque no comparte el socialismo ''renovado'', considera que es la línea más acorde con esta visión.
Un socialismo acorde a la realidad de los tiempos que corren es lo que Marcel Claude propone en su “Manifiesto Eco-Socialista”, donde redefine las ecuaciones de la teoría de valor de Kart Marx, incorporando la variable de la explotación de la naturaleza.
El economista considera que no hay ninguna propuesta política de futuro que incorpore la temática ambiental como eje central, cuestión que, según él, reconocen todos los ideólogos de izquierda, pero que no han sido capaces de estructurarlo en un postulado teórico.
Por eso, decidió allanar el camino través de un manifiesto, que surgió luego de que le encomendaran comentar el libro del sociólogo alemán Heinz Dieterich “El Socialismo del Siglo XXI”, el que a su parecer “es extraordinariamente típico y muy poco del siglo XXI, porque me parece que cualquier ideología tiene que pensar en el tema medioambiental”.
Por eso, se centró en la realidad latinoamericana como proveedora de recursos naturales, reorganizando la teoría de la explotación del trabajo de Marx, convirtiéndola en una suerte de teoría de la explotación del trabajo, de la tierra y la naturaleza. Esta combinación le pareció genial a simpatizantes y militantes de las juventudes socialistas, que le solicitaron expusiera sus ideas al respecto en una conferencia, lo que luego presentó por escrito.
De esta forma, las 35 páginas del documento han estado circulando a través de la web y en círculos izquierdistas y, aunque no espera generar una gran revolución, sí pretende abrir un debate.
¿Cuál es el espíritu principal de este manifiesto?
De alguna manera incorporar en el pensamiento de izquierda la temática del medio ambiente, porque normalmente la cuestión ambiental es como híbrida del punto de vista político, porque perfectamente puedes ser de izquierda y ser ecologista o ser de derecha y ser ecologista.
Entonces, el ecologismo es como una suerte de hippismo light sin grandes problemas, complicaciones ni compromisos desde el punto de vista político. A mí me parece que no es así, que el problema del medioambiente tiene que ver principalmente con el desarrollo del capitalismo, que finalmente es total y absolutamente incapaz de armonizar la problemática ambiental con la problemática del desarrollo y que en sí mismo genera el problema ambiental por la necesidad de la acumulación, porque tiene dos ejes sobre el cual se produce: la sobreexplotación del hombre, la apropiación como diría el viejo Marx de plusvalía de valor adicional que genera el trabajo más allá de su capacidad de regeneración y de su capacidad de sustento y la apropiación del excedente económico que proviene de los ecosistemas naturales, o sea de la riqueza, biología, de la productividad de los ecosistemas naturales.
Lo que quiero decir es que el capitalismo es intrínsecamente una forma de organización económica que se alimenta, finalmente, de la muerte, de la destrucción de la vida en el planeta. Introducir en el debate ecológico la idea de que el origen de la destrucción del medioambiente y de la crisis ambiental que vive el planeta, la posibilidad de desaparición de la especie humana por el problema del calentamiento global, se origina fundamentalmente en un problema de la esencia y estructura misma de la razón de ser del capitalismo: el lucro, la necesidad de acumulación y de concentración de riquezas.
Por eso, la posibilidad de encontrar una sociedad justa, ambientalmente sustentable, pasa por superar el capitalismo.
¿Y por qué consideras que esta mirada ambiental se acomoda más a la mirada socialista en vez de otras corrientes?
Es un tema de justicia. Si hay algo que revindica es la justicia y el problema ambiental es de justicia, de abuso y de mal trato y de sobreexplotación de vidas, que también tiene derecho a existir y son todas esas otras especies que no somos los seres humanos. Y eso es la ecología finalmente. Y en el esquema de pensamiento del socialismo es más fácil que quepa que en el esquema del capitalismo, que se sustenta en la acumulación de capital, de riquezas.
Es más fácil acoger la problemática ambiental en el socialismo que en el capitalismo, que no tiene ninguna posibilidad de ser acogido.
Y el proyecto de izquierda hoy día, si tiene algo nuevo que decir, es lo que tiene que ver con la naturaleza, con la reivindicación, reposicionar la riqueza en el espacio de discusión, en la construcción de políticas públicas, en el cómo construimos la manera de habitar el mundo.
Pero a pesar de eso tú no militas en el Partido Socialista (PS).
El problema es que el socialismo tradicional de alguna manera es también responsable de problemas ambientales, porque entró en una dinámica de competencia con el capitalismo y porque quiso realizar la sociedad moderna a través de este fenómeno de la conversión del capital natural en capital financiero, acumulación social, pero igual un proceso de acumulación de riqueza y de exacerbación de las potencialidades productivas del hombre en contraposición a la capacidad de regeneración de la naturaleza.
Lo que propongo es un socialismo distinto, nuevo, que hoy día no tiene cabida en el actual partido chileno. Tendríamos que tener otro PS que abriera curso a estos debates, que estuviera dispuesto a revisar sus preceptos tradicionales y que de hecho estuviera dispuesto a aceptar, porque hay una negación de la capacidad de la naturaleza. O sea, en el socialismo tradicional el único que produce riqueza es el hombre y su trabajo y la naturaleza sigue siendo una fuente de recursos. Y no es un sistema vivo sobre el cual se sustenta la vida del ser humano.
Yo sería socialista en la medida que el socialismo esté dispuesto a aceptar darle especificidad, cabida a la idea de que no solo el hombre produce riqueza, sino también la naturaleza.
El factor Lagos
Dentro de los planteamientos que formulas en tu manifiesto, está el rol del Estado y cómo este ha perdido su búsqueda del bien común a favor de los grandes grupos económicos y de poder ¿cómo ha sido esta transformación?
El Estado finalmente es la representación del interés público. Debería canalizar, representar, articular, vigilar y responder por el interés público, que es la priorización de la vida, la felicidad, el bienestar de los pueblos. Entonces, cuando el Estado establece una alianza estratégica, una conspiración con el capital para facilitar su acumulación, para propender hacia la realización de la ganancia, para darle continuidad y expandir esta acumulación, entonces el Estado se desnaturaliza, se hace funcional al desarrollo capitalista y se hace cómplice de la destrucción de vida del desarrollo capitalista porque necesita convertir naturaleza, dinámicas biológicas que provienen de los ecosistemas naturales en capital financiero, y en ese sentid se hace cómplice.
En ese sentido, y al igual como lo describes en tu manifiesto, el ex Presidente Ricardo Lagos estaría totalmente en esa línea. Mal que mal el mismo Hernán Somerville admitió que era “amado” por los empresarios…
Por eso hablo del retorno de Lagos como el retorno de “Fausto”, porque de alguna manera es por excelencia, por definición, por construcción genética y estructuración, la expresión misma de esa malversación de la función del Estado, la privatización del interés público, la funcionalización de los intereses de la sociedad, de los intereses de la humanidad hacia la ganancia de capital, hacia la realización de la renta del capital. En ese sentido, es el paradigma de cómo los estados de alguna manera tuercen la razón de ser, la esencia y naturaleza de las cosas.
A pesar de las tristezas de quien durmiera en el mismo colchón en la cárcel con él, del diputado Patricio Hales, Ricardo Lagos queda en evidencia: estructura, da curso, y da vida a un sistema de transporte público que no es sino traición del interés público, para un nicho de negocio para cuatro o cinco operadores privados. No gana nadie más que el capital.
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