Al acercarse peligrosamente a los 50 días en huelga de hambre, los presos políticos mapuche recluidos en Angol mantienen su valiente movilización hasta las últimas consecuencias por la libertad de todos los prisioneros políticos mapuche del estado chileno y el cese del hostigamiento policial a las comunidades que se mantienen en lucha por sus legítimas reivindicaciones.
Pese al silencio del gobierno y los medios masivos de comunicación, lo concreto es que Michelle Bachelet ya no cruza el Bío Bío. Miedo o vergüenza, lo claro es que ya se está sintiendo el costo político de su indiferencia.
La salud de los cinco weichafe mapuche se ha deteriorado al punto de disminuir su peso corporal en 20 kilos con dolores generalizados, mareos, pérdida de memoria y en ocasiones de conciencia, y en el caso de Jaime Marileo, la secreción de líquido biliar. A todo esto se suman afecciones anteriores que se han agravado por no ingerir alimentos.
La solidaridad con los huelguistas se ha sentido en Chile y el mundo, sin embargo el gobierno y los organismos de estado mantienen su indiferencia sin mostrar voluntad de diálogo que de cabida a las justas demandas de los huelguistas.
Por otro lado, los familiares y cercanos a los presos políticos se han acercado a los arzobispados de Temuco, Concepción y Santiago solicitando la intermediación de la iglesia como garante ante el gobierno. No hubo respuesta. Los obispos se fueron a Punta de Tralca sin siquiera pronunciarse al respecto.
La amenaza del traslado a Temuco ha movilizado a los familiares que no se han movido de la cárcel de Angol desde el pasado miércoles, mientras en Cañete, cinco familiares iniciaron una huelga de hambre que ya lleva seis días.La presión que significa una huelga de hambre para el gobierno y todas las movilizaciones que se han generado en las principales urbes de Chile, en el exterior y sobre todo en las comunidades mapuche han generado un costo político que tarde o temprano recaerá sobre el estado y sus instituciones, frente un pueblo mapuche que no descansará de luchar por sus reivindicaciones políticas y territoriales.
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