Por: Marcel Claude, Economista
Una vez más el controvertido Impuesto al Valor Agregado salió al ruedo político. Desde la perspectiva de las finanzas públicas, es un impuesto crítico dado que permite financiar al Estado en un 40% aproximadamente.
Ello explica la molestia del ministro Velasco con la idea de rebajarlo, pues es la viga maestra de su “política fiscal responsable” que apunta a evitar déficit y desajustes en el programa de gastos públicos, pero, lo más importante es que evita confrontar al gobierno de Velasco con el poder económico, puesto que, obviamente esto significaría subir otros impuestos para compensar la rebaja del IVA y, dada la sobrecarga tributaria que hay sobre los chilenos, sería absurdo darles por un lado y quitarles por otro, sería como en el box para ganar una pelea: darle por todos lados y esa política ya sería como mucho, puesto que es nada menos que la consabida política del abuso que es la más regular, permanente y sistemática política pública que se aplica en Chile desde el poder hacia la ciudadanía.
Hay que entender la importancia de este impuesto cuando la carga tributaria en Chile con suerte llega al 17% del PIB, mientras que en otros países –los desarrollados- supera el 30 y el 40%. Sin este impuesto, en la práctica, no habría Estado, desaparecería casi completamente y eso es por cierto el interés que muchos tienen, particularmente los empresarios ultraliberales y anarco-capitalistas que quisieran ver incluso la palabra Estado fuera del diccionario de la Real Academia de España.
Esta clarito, como diría Velasco, que el IVA es un impuesto insano para la salud mental de los chilenos, la que depende mucho del presupuesto familiar. Produce esa sensación de injusticia, tan extendida en el espíritu nacional. Allí están las posibilidades de los empresarios de eximirse de este impuesto cuando comprar autos u otros “bienes de capital” a nombre de sus empresas, y ahí están las tasas irrisorias que pagan las empresas por sus utilidades (17%) mientras las dueñas de casa pagan 19% por lo que compren y sin contar los impuestos que pagan por lo que ganan sin descuentos ni rebajas ni exenciones tributarias de las que los empresarios son beneficiados en abundancia.
Así y todo resulta vergonzosa la propuesta de rebajar del 19 al 18% el IVA. Es tan despreciable, tan insignificante que irrita la actitud mediocre de los parlamentarios y nos demuestra lo incapaz que hoy resulta la política para mejorar la condición del pueblo chileno.
Publicado originalmente en http://www.marcelclaude.blogspot.com/
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