Por: Mauricio Muñoz
Este afiche circula gratis con el ejemplar de marzo de Le Monde Diplomatique.
…TODOS SOMOS MAPUCHE es una frase antiracista que conlleva la idea que cuando hay injusticias TODOS SOMOS SOLIDARIOS. Los franceses dijeron TODOS SOMOS JUDIOS-ALEMANES cuando el gobierno francés expulsó a Daniel Cohn-Bendit tras el mayo de 1968. En Dinamarca, tras la invasión nazi, se obligó a los judios a llevar la estrella amarilla y los ciudadanos daneses -e incluso el rey- también se la pusieron. Esa es la idea del afiche, más allá que seamos muchos los chilenos que tenemos sangre mapuche en las venas. Hoy se criminaliza al pueblo mapuche y se asesina a Matias Catrileo. TODOS ESTAMOS CONCERNIDOS.
Lo que quiero escribir en esta oportunidad de seguro me la catalogaran de oportunismo, tal ves por que para muchos soy solo un “hijo ilegitimo” de Cañete, siguiendo los conceptos fascistas acuñados por ahí; pero no, no se trata de oportunismo mis queridos amigos, como mezquinamente me lo han sugerido muchas veces, muchas voces, seguramente mas autorizadas para opinar que mi propia voz; midiendo el mundo con la miopía de sus propias miserias.
No se trata tampoco de resentimiento ya que procuro actuar de acuerdo a mis ideas y pasiones cuando éstas aparecen o gatillan por algún evento puntual, algunos dirán “visceral”, tampoco las caliento en una olla, no hago con ellas un caldo de cultivo. No soy un pregonador de la violencia aunque a veces la crea necesaria.
Pero resulta que tampoco soy iluso y sé que jamás ha habido cambio social que se haya impuesto por la buena voluntad o la evolución espiritual de nuestros empresarios o de nuestros gobernantes, sino, por el contrario, las transformaciones sociales han estallado después de importantes luchas sociales. No creo en el odio de clases, ni en la superioridad de ninguna raza, menos aun en algún tipo de pureza, así como tampoco en las fronteras dibujadas con sangre.
Apoyo la resistencia o lucha Mapuche por la simple y sencilla razón, porque me reconozco disidente de este modelo de desarrollo depredador impuesto por ideologías que considero causantes de la máxima infelicidad humana. Eso es todo, como Patricia Troncoso, que tuvo que pasar meses en huelga de hambre para llamar la atención de los medios; como mucha gente. Entonces, como disidente me siento reconocido en la lucha de un pueblo que naturalmente es heredero y sostenedor de otro paradigma, uno más cercano a mi corazón.
Soy mestizo no sé en que grado, como la mayoría de nosotros. No adscribo a la mentira tan extendida en este país hipnotizado y sodomizado por el consumo y el crédito fácil (más dañino que el gatillo fácil), de que seríamos algo así como una pequeña suecia, algo así tan cursi como los ingleses de Latinoamérica. En nuestra sociedad mezclada a fuerza de patada y fusil, el concepto de etnia es una construcción social, pero también debiera ser una elección y yo me siento “Indio”, antes que sueco, o ingles, yo me siento indio Mapuche, a mucha honra. Me basta saberme de este lado de las cosas para hermanarme con quienes luchan en condiciones de dramática asimetría contra un estado armado hasta los dientes y defensor de los apetitos de los poderosos. Porque cuando un gigante energúmeno, ebrio de prepotencia pone su bota sucia en la cara de un campesino pobre y desarmado, entonces todos somos Mapuches. ¿No es acaso lo mismo que hacen los bancos, las multitiendas, la compañía de teléfonos, el transantiago, los colegios privados, y toda la perversa maquinaria económica que con impunidad nos asalta, nos castiga, se caga de la risa y hace estallar las pequeñas economías de emergencia de la clase trabajadora?
…TODOS SOMOS MAPUCHE es una frase antiracista que conlleva la idea que cuando hay injusticias TODOS SOMOS SOLIDARIOS. Los franceses dijeron TODOS SOMOS JUDIOS-ALEMANES cuando el gobierno francés expulsó a Daniel Cohn-Bendit tras el mayo de 1968. En Dinamarca, tras la invasión nazi, se obligó a los judios a llevar la estrella amarilla y los ciudadanos daneses -e incluso el rey- también se la pusieron. Esa es la idea del afiche, más allá que seamos muchos los chilenos que tenemos sangre mapuche en las venas. Hoy se criminaliza al pueblo mapuche y se asesina a Matias Catrileo. TODOS ESTAMOS CONCERNIDOS.
Lo que quiero escribir en esta oportunidad de seguro me la catalogaran de oportunismo, tal ves por que para muchos soy solo un “hijo ilegitimo” de Cañete, siguiendo los conceptos fascistas acuñados por ahí; pero no, no se trata de oportunismo mis queridos amigos, como mezquinamente me lo han sugerido muchas veces, muchas voces, seguramente mas autorizadas para opinar que mi propia voz; midiendo el mundo con la miopía de sus propias miserias.
No se trata tampoco de resentimiento ya que procuro actuar de acuerdo a mis ideas y pasiones cuando éstas aparecen o gatillan por algún evento puntual, algunos dirán “visceral”, tampoco las caliento en una olla, no hago con ellas un caldo de cultivo. No soy un pregonador de la violencia aunque a veces la crea necesaria.
Pero resulta que tampoco soy iluso y sé que jamás ha habido cambio social que se haya impuesto por la buena voluntad o la evolución espiritual de nuestros empresarios o de nuestros gobernantes, sino, por el contrario, las transformaciones sociales han estallado después de importantes luchas sociales. No creo en el odio de clases, ni en la superioridad de ninguna raza, menos aun en algún tipo de pureza, así como tampoco en las fronteras dibujadas con sangre.
Apoyo la resistencia o lucha Mapuche por la simple y sencilla razón, porque me reconozco disidente de este modelo de desarrollo depredador impuesto por ideologías que considero causantes de la máxima infelicidad humana. Eso es todo, como Patricia Troncoso, que tuvo que pasar meses en huelga de hambre para llamar la atención de los medios; como mucha gente. Entonces, como disidente me siento reconocido en la lucha de un pueblo que naturalmente es heredero y sostenedor de otro paradigma, uno más cercano a mi corazón.
Soy mestizo no sé en que grado, como la mayoría de nosotros. No adscribo a la mentira tan extendida en este país hipnotizado y sodomizado por el consumo y el crédito fácil (más dañino que el gatillo fácil), de que seríamos algo así como una pequeña suecia, algo así tan cursi como los ingleses de Latinoamérica. En nuestra sociedad mezclada a fuerza de patada y fusil, el concepto de etnia es una construcción social, pero también debiera ser una elección y yo me siento “Indio”, antes que sueco, o ingles, yo me siento indio Mapuche, a mucha honra. Me basta saberme de este lado de las cosas para hermanarme con quienes luchan en condiciones de dramática asimetría contra un estado armado hasta los dientes y defensor de los apetitos de los poderosos. Porque cuando un gigante energúmeno, ebrio de prepotencia pone su bota sucia en la cara de un campesino pobre y desarmado, entonces todos somos Mapuches. ¿No es acaso lo mismo que hacen los bancos, las multitiendas, la compañía de teléfonos, el transantiago, los colegios privados, y toda la perversa maquinaria económica que con impunidad nos asalta, nos castiga, se caga de la risa y hace estallar las pequeñas economías de emergencia de la clase trabajadora?
Amigos, a todos nos están metiendo el dedito por el culito, a todos nos están poniendo la bota en el hocico, solo que a algunos con vaselina publicitaria y a otros no. (Porque la vaselina es cara y el estado no puede excederse en el gasto)
La sola constatación de esta triste realidad que es la realidad de nuestra pujante economía tan abierta como las piernas de la más barata prostituta, debería bastar para ser solidario con los históricamente abusados de esta tierra.
Pero el asunto Mapuche es mas complicado de lo que parece queridos amigos, porque la actual guerra del estado de Chile contra el pueblo Mapuche, mas que la consecuencia de un choque de paradigmas, que lo es, lo ha sido siempre, es hoy una feroz guerra energética, como la de Bush, por el petróleo en el medio oriente, pero ésta es por el agua y la electricidad, y mas adelante por el escandio…que nos pillen confesados.
Hay que tener claro eso, para dimensionar las desigualdad en esta guerra, que no es mediática como aquella, la de Bush, sino cobarde y silenciosa que quiere parchar con centrales hidroeléctricas la incompetencia de los gobiernos para generar una política energética sustentable y respetuosa de los pueblos originarios, en esta tierra tan dura, tan seca y sin hidrocarburos, por que nuestros gobiernos creen que es mejor aplicar racionamiento eléctrico y aumentar centrales hidroelectricas destruyendo todo a su paso que dejar de ser soberbios y cambiar mar por gas. Hay que alimentar al monstruo que el neoliberalismo ha creado, y que chupa y que mama, más que todos nosotros juntos.
Hay que mantener encendidas las lucecitas de los malls, de las tiendas y de las carreteras ultramodernas que usan los ricos para ir a la playa sin tener que verle la cara a la pobreza. Y aunque a algunos les suene terrible, ¡una calumnia tal ves!, lamentable es verificar que los métodos del estado en esta guerra energética son los mismos ocupados durante la dictadura contra la disidencia, represión policial, amedrentamiento, violaciones a los derechos civiles y desinformación, solo falta que nos quiten la vida y nos hagan desaparecer.
Y es que en este país el derecho a opinar distinto con respecto a qué hacer con las riquezas y pobrezas de todos, lejos de ser un derecho, cuya manifestación pública debería estar garantizada en la constitución, se castiga como el peor de los pecados y se paga con un tec cerrado a manos de un paco en una protesta.
Yo apoyo la lucha Mapuche porque no quiero centrales hidroeléctricas a costa de muertes y saqueos, no quiero tecnología barata que en dos años se convertirá en montañas de basura irreciclable, no quiero créditos que me dejarán en la calle, yo quiero opciones para crecer, quiero vivir en una sociedad donde se respete la pluralidad de pensamiento, donde educarse sea un derecho y no un privilegio, donde no exista miedo al conflicto, donde exista el acceso a información verídica y de calidad, y un acceso no elitista a los bienes culturales, como siempre a ocurrido. En definitiva un modelo de sociedad que priorice a los seres humanos antes que a las cifras de crecimiento económico. Esta idea de desarrollo está más cerca, infinitamente más cerca del Pueblo-Nación Mapuche que de la sociedad que el Chile blanco invierno o color pastel, según la temporada, el Chile de catálogo papel couché y modelos argentinas, me propone cada domingo junto al diario fascista de toda la vida.
Yo apoyo la lucha Mapuche, por que da rabia saber que en la mayoría de las ciudades del país, las personas Mapuches son invisibles, pese a que cientos de miles de ellos viven en estas ciudades.
Son tan invisibles como el color de nuestra piel que marca al nacer la herencia indoamericana de la mayoría de los chilenos.
Por eso, por que existe una contradicción entre el afecto por aquel pueblo que está en la raíz de nuestra historia y de nuestra sangre, y, el desprecio, que en el fondo es el deseo de ocultar al indio que llevamos dentro.
Por eso digo, aunque a muchos les duela, de este lado de la vereda, todos somos Mapuches.
1 comentarios:
Concuerdo plenamente contigo, Mauricio, sobre todo en lo que dices acerca de refundar la idea de que el ser humano sea el valor central en torno al cual se construya día a día, esfuerzo a esfurzo una nueva nación humana universal. Hay que empezar por casa.
Mientras tanto, mientras siguen abofeteando al mapuche, humillando al pobre en ese país llamado Chile,lo mejor que podemos hacer es seguir estando lucidos en la idea de que lo que debe unir y movilizar para el cambio, es la lucha frontal y decidida contra todo lo que sea neoliberal, único camino viable hacia un país más justo y solidario. Lo demás son solo escusas, son "izquierdas vendidas" al dolar o "socioslistos", como les llaman por allá, o cúpulas comunistas que se creen patrones.
Ciertamente que todos los que apoyamos y tenemos preclara conciencia de nuestras raices, apoyamos y seguiremos apoyando a nuestros pueblos originarios, aunque nos encontremos lejos de nuestro suelo, de nuestras raices, espiritualmente estamos unidos en la misma lucha...
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