Por: Arturo Alejandro Muñoz
En palabras simples, doña Condoleezza les dijo a los empresario que era preferible “regalar el anillo para no perder la mano”, pues los servicios de inteligencia de Estados Unidos ya detectaron que este año 2008 se avizora en extremo conflictivo y difícil para La Moneda en asuntos laborales y estudiantiles. Con mayor razón aún, si este es un año electoral y la crisis energética ha comenzado a hacer estragos en las políticas economicistas de la administración Velasco-Bachelet.
CIEN AÑOS DE dependencia económica y política son suficiente para intuir los propósitos del gigante norteño en cada movimiento que realizan sus representantes. Esta vez fue la Secretaria de Estado norteamericana –Condoleezza Rice- quien portaba las ordenes emitidas desde la Casa Blanca para el gobierno chileno.
No se trataba de un asunto meramente económico (aunque todo movimiento en política tiende finalmente a ese objetivo), pues los hombres de Bush son conscientes de que las administraciones chilenas han terminado por constituirse en excelentes alumnas de la aplicación a ultranza del sistema neoliberal en América Latina. ¿Entonces, qué deseaba Washington con la visita de la señorita Rice?
Esta visita relámpago de la funcionaria estadounidense al país tuvo como objetivo principal (al menos eso se le ha dicho al público) analizar el programa de cooperación “Chile-California: Una sociedad para el siglo XXI”. Ese tema constituyó oficialmente el punto central de la estadía en Chile de la norteamericana. Sin embargo, sostuvo una reunión privada con la Presidenta Bachelet y luego asistió a la cena ofrecida por La Moneda. En la conversación a puertas cerradas, los objetivos verdaderos de la presencia de doña Condoleezza fueron expuestos a nuestra mandataria. Nada se dijo a la nación, pero es un secreto a voces.
En la conferencia de prensa, Rice destacó que “lo realmente emocionante de estar en Chile es que este es un país donde se acoge al empresario, al libre mercado y es algo que está teniendo resultados, pues se nota en el crecimiento económico chileno”. Subrayó, en ese sentido, la preocupación de la administración Bachelet por la equidad aseverando que “la inclusión y la justicia social son un componente muy importante de lo que la Presidenta quiere hacer por este país". Típicas palabras de buena crianza cuando se visita un pueblo extranjero, no obstante hay una posible doble lectura que debe ser considerada.
Los mensajes que Washington quería enviar al empresariado sito en nuestro territorio estaban claros. Entre líneas es posible leer: “no le hagan olas a la Concertación porque en Latinoamérica tiene la mejor nota en comportamiento capitalista” y, además, “abran un pequeño resquicio para comenzar al menos un mínimo ‘chorreo’ hacia la gente”. En palabras simples, doña Condoleezza les dijo que era preferible “regalar el anillo para no perder la mano”, pues los servicios de inteligencia de Estados Unidos ya detectaron que este año 2008 se avizora en extremo conflictivo y difícil para La Moneda en asuntos laborales y estudiantiles. Con mayor razón aún, si este es un año electoral y la crisis energética ha comenzado a hacer estragos en las políticas economicistas de la administración Velasco-Bachelet.
Precisamente por ello, la secretaria de estado norteamericana terminó afirmando: “es emocionante estar aquí, porque han acogido los mismos valores y convicciones que nosotros tenemos en Estados Unidos”. ¿Esos ‘valores y convicciones’ incluyen las invasiones a países tercermundistas, los ataques sangrientos a poblaciones civiles en Asia, el apoyo bélico y económico al holocausto que sufre el pueblo Palestino en Gaza, y el atropello indiscriminado e indigno a la soberanía de naciones como la nuestra?
Demasiado obvio para soslayarlo, Condoleezza Rice aterrizó en el aeropuerto de Pudahuel a sólo días de que visitara Chile el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien agradeció la actitud de Bachelet por su rol en la crisis diplomática entre su país y Colombia luego de la irrupción de éste último en territorio selvático ecuatoriano.
George Bush ha logrado establecer en Sudamérica un triángulo nada desdeñable, el que la administración norteamericana construyó para –principalmente- disponer de una rápida contención (económica, mediática, política, e incluso militar) en caso de que el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tenga la peregrina idea de querer expandir su influencia en el subcontinente más allá de lo que ya ha logrado. Es por ello que Ecuador y Bolivia, los aliados ‘duros’ del mandatario caraqueño en la región, no fueron contemplados en el itinerario de la señorita Rice porque de seguro Washington los considera ‘enemigos’.
El triángulo comentado posee una hipotenusa que va desde Colombia a Brasil, y sus catetos viajan desde Brasil y Colombia directamente hacia Paraguay y Chile. Los gobiernos de esos cuatro países –con sus distintas características y matices- engrosan la lista de naciones consideradas ‘amigas’ por la Casa Blanca, de las que el Pentágono espera y exige un incondicional apoyo a la política estadounidense en la región.
Estas cuatro naciones constituyen hoy la nueva punta de lanza que USA ha establecido en el corazón de América del Sur, y en algunas localidades –como Roraima, en la frontera de Brasil con Colombia- Washington logró penetrar a tal grado política, social y militarmente, que ya es dable referirse a la existencia de un estado norteamericano dentro del Estado brasileño.
Preocupación fundamental del empresariado transnacional es hoy día consolidar su influencia económica en la región, ya que el proceso electoral que vive el gigante del norte no les asegura a los dueños del dinero la permanencia del partido republicano en la Casa Blanca. Desean dejar bien atadas las distintas cuerdas con que han inmovilizado a ciertos países, evitando cualquier salida de madre que en el futuro pudiera tener Barak Obama (en el caso que este candidato sea quien alcance el gobierno en agosto próximo).
Hay también otra razón. La fuerte caída del valor del dólar y el estado de pre-recesión que experimenta USA tienen muy nervioso al empresariado exportador chileno, por lo cual era imprescindible un gesto de amistad al gobierno de Bachelet y, subliminalmente, un apoyo soterrado a la candidatura presidencial de Lagos Escobar o de Insulza el año 2009. Definitivamente, los antiguos e incondicionales admiradores del sistema estadounidense (UDI y RN) ocupan ahora puestos secundarios en el amor político de Washington, ya que los gobiernos concertacionistas han respondido de magnífica forma a los requerimientos e intereses del establishment norteamericano.
Es por ello que la voceada intención de George Bush al enviar a Brasil y a Chile a su secretaria de estado Condoleezza Rice, se viene estrepitosamente al suelo al primer soplido, ya que el propósito de fondo no es otro que dividir insanablemente a la región y aislar, en la medida que los gobiernos de algunos países continúen negándose a ejercer su soberanía política, los loables esfuerzos de independencia económica y dignidad nacional que unas pocas naciones de la región están realizando.
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