Por: Christian Jiménez Kanahuaty
El presente artículo intentará trabajar el orden de los liderazgos indígenas en Bolivia en los últimos cinco años, teniendo en cuenta a sólo dos figuras principales según nuestro entender. El primero Evo Morales Ayma, actual Presidente Constitucional de la República de Bolivia y el segundo, Felipe Quispe Huanca, ex lider guerrillero miembro del EGTK, fundador del partido político Movimiento Indígena Pachakuti (MIP).
Evo Morales Ayma
La función de Evo Morales ha sido primordial a partir de la década de los noventa en la región del Chaparé, en Cochabamba; pero ha sido fundamentalmente escenificada e irradiada al resto del continente a partir de la fundación del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos y luego por la fundación del MAS (Movimiento Al Socialismo). Las funciones fueron las de denuncia e interpelación a un régimen bajo un orden estrictamente económico, de hecho se instalo fuertemente como uno de los proyectos regionales de lucha contra el neoliberalismo y sus brazos operativos como el TLC y Plan Coca Cero. Políticas que tenían la intención de limitar las posibilidades de comercio libre, igualitario, complementario y diferenciado entre países, y en relación al Plan Coca Cero su objetivo era la eliminación del cultivo de hoja de coca, con el fin de terminar con el narcotráfico.
Ambas políticas (TLC y Plan Coca Cero) encaradas y auspiciadas en nuestro país por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional fueron las que se encontraban en el centro del discurso de Morales, es decir, que el ataque y la fuerza de su organización radicaba en el ataque y confrontación hacia éstas políticas globales que se instauración de forma local con sus propias especificaciones verbigracia de los gobiernos de turno que se sucedieron a partir de la década de los noventa.
El liderazgo de Morales se construyo en base a organizaciones sindicales cultivadoras de hoja de coca y ellas a su vez fueron sirviendo de base electoral en principio municipal, luego regional y ahora nacional. Se centra en el polo de ataque contra el neoliberalismo, en proponer formas que el neoliberalismo no funcionará en Bolivia porque el modo de producción en Bolivia no es homogéneo ni sostenido en una amplia base proletaria, sino que esta llena de redes familiares, de adhesiones sociales voluntarias rotativas y fundamentadas en una suerte de reciprocidad andina, pero resignificada al estar funcionando en los marcos territoriales del Chaparé. Siendo que el brazo organizacional no era el ayllu ni la comunidad sino el sindicato campesino, esto marco la diferencia al gestar un proyecto político de corte nacional. A partir de la Guerra del Agua en Cochabamba en abril de 2000 su cercanía con el mundo urbano sirvió para enlazar su proyecto político con el que empezaba a gestarse en las capaz medias, intelectuales y universitarias de la ciudad que tenían una tradición ideológica de izquierda.
Esto coadyuvo a que el discurso de Morales y del MAS fuese interiorizado por aquellos que querían que las cosas cambiasen, un cambio en democracia con sus mismas reglas de juego era la opción del momento, con lo cuál se daría una oxigenación al sistema político y al sistema de partidos imperante en Bolivia desde la reapaertura de la democracia a principios de la década de los ochenta; todo esto fue consolidando el proyecto político e irradiándolo a otros departamentos. Hubo flexibilidad táctica en su discurso y aunque esta categoría fue usada por primera vez por Fernando Mayorga para analizar a la UCS y el liderazgo de Max Fernández, pensamos que es pertinente para entender también los movimientos ideológicos y programáticos del MAS aún en la actualidad.
La flexibilidad táctica fue directamente relacionada a los marcos electorales generando alianzas y pactos con el fin de ganar la mayor cantidad de alcaldías en las contiendas ediles. Su discurso siempre de ataque al neoliberalismo, a las empresas transnacionales a los financiadores extranjeros que condicionaban los prestamos y el furibundo ataque a los partidos tradicionales fueron el abanico o repertorio discursivo que uso el MAS para revelar lo que estaba pasando en Bolivia desde el Decreto Supremo 21060.
De ahí en adelante la historia va cuesta arriba, liderazgo fuertemente sostenido a partir del respaldo en las urnas y un ataque recurrente contra el neoliberalismo y los partidos tradicionales. El mal estar social y el declive de la económica boliviana a finales de la década de los noventa y los conflictos sociales a partir del año 2000 fueron los escenarios de fondo que sirvieron también al Mas y a Evo Morales para construir y legitimar su figura de lider del entonces denominado “movimiento indígena campesino”. Todo ello arrastró a la figura de Morales a la Presidencia con el respaldo electoral más grande registrado en Bolivia hasta la fecha: 54%. De ahí en más la historia aún continua escribiéndose.
Felipe Quispe Huanca
La historia de Felipe Quispe Huanca es radicalmente diferente a la de Morales Ayma. El Ejercito Guerrillero Tupak Katari (EGTK), jugó un rol fundamental en su historia y en la forma como éste actor iba a entender la realidad y como la iba a cuestionar en el futuro.
Quispe se acercó a las alas indigenistas del pensamiento social en Bolivia y de la mano de Fausto Reynaga entendió y reflexionó de una forma otra el contexto social, poniendo énfasis no en la intromisión de agentes internacionales en la política boliviana, ni sólo redujo todo a factores económico (que además eran propios de un marxismo que el propio Quispe cuestionaba), para él lo central era la posición del pueblo indígena y originario en la sociedad boliviana de la década de los ochenta, que rol habían jugado ellos en los momentos de la emancipación: la Guerra de Independencia, de la Guerra Federal, en la Guerra del Chaco, en la revolución de abril de 1952. a Felipe Quispe le preocupó estos aspectos, (presumiblemente de ahí que haya decidido estudiar Historia en la Universidad Mayor de San Andrés-La Paz) y luego, entendió que lo que Bolivia tenía no sólo era un colonialismo interno muy fuertemente interiorizado, sino que se vivía una situación colonial de dominio y concentración del poder en pocos, lo cuál generaba dos bolivias fuertemente enfrentadas, pero desentendidas una de la otra.
La lectura que emprende Quispe es una lectura de hacer ver, es decir, de visibilización, y no sólo a partir de accionar sino de su discurso puesto en escena en abril de 2000 cuando ya ocupaba el cargo de lider máximo de la CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia) a tiempo de realizar los bloqueos de caminos en el altiplano boliviano partiendo de la zona de Omasuyus.
Cuando Felipe Quispe da un discurso en Caritas frente a la entonces Defensora del Pueblo, Ana María Romero de Campero, uno se da cuenta que el orden de discurso ha girado hacia otro polo: el de la visibilización de lo indígena, el del rechazo del mestizaje y el de denuncia de una situación de discriminación y de odio hacia una raza. El tema en escena es ahora, lo étnico y sólo lo étnico cultural.
Luego se enlazaría lo étnico cultural con las formas en las cuales la democracia representativa de corte liberal ha usado a este conglomerado poblacional para beneficiarse a si mismo, pero es más, como las reglas de juego de ésta democracia han sido lo suficientemente sistemática como para cerrar cualquier posibilidad de participación de éstos sectores al interior del proceso de toma de decisión.
La fundación del MIP el 14 de noviembre del año 2000 respondió a una lógica muy parecida a la empleada por el MAS. El hacer de las reglas de juego sus aliadas circunstanciales para cambiar al menos en cierta medida la correlación de fuerzas al interior del Congreso Nacional, pero el resultado fue que hubo un proceso de retroalimentación y de legitimización del mismo sistema político, en vez de hacerle mella, lo llenaron de vigor y de representatividad. Lo cuál bajo lecturas institucionalistas era la prueba empírica de que la democracia representativa da cabida a las minorías, por tanto, la representación social y sus representatividad esta garantizada mientras haya democracia sujeta a reglas de juego enunciadas en la Constitución Política del Estado. sin embargo, la diferencia estaba en la técnica de lucha y de ejercer el mando de las organizaciones indígenas y de los pueblos originarios, se opto por jugar en dos escenario: la imagen propuesta era un brazo visible y el otro oculto bajo el poncho, eso es en concreto lo siguiente: con el brazo visible se hacían gestiones parlamentarias para obtener recursos, planes de desarrollo, vivienda, salud y servicios básicos, es decir, se peleaba por hacer gestión y tomar decisiones que afecten y resuelvan los problemas del llamado mundo indígena. Pero el brazo oculto bajo el poncho significaba que si en la arena institucional no se podían resolver las demandas, tendrían que tomar las calles y los caminos una vez más y generar movilizaciones sociales que vayan a enfrentar al gobierno.
Este esquema fue el que lo separo de Morales en muchas oportunidades, por éste esquema de acción fue tildado de radical y antidemocrático, como alguien nocivo a la democracia y por tanto, alguien que tenía que ser eliminado o controlado o silenciado.
Limitaciones del Poder
El poder de ambos liderazgos fue limitándose entre sí, el uno limitaba y desvalorizaba las acciones del otro y este a su vez le restaba legitimidad y apoyo, pero también peleaba en su momento con la misma demanda en otro escenario.
Esta limitación del poder llegó a su punto más alto tras las elecciones nacionales del año 2005, Evo Morales como presidente alejo tácitamente a Felipe Quispe. Pudo haber sido la oportunidad de unir dos discursos, uno en contra del neoliberalismo y el otro descolonizador, pero no fue así, más bien el MAS asimilo el discurso de Quispe y lo readecuo a sus necesidades.
Generó con esto no sólo el resentimiento de algunas capaz sociales seguidoras de Quispe, sino que evidencio la imposibiliad de concertación al interior del movimiento indígena al menos evidenciados a través de sus lideres más visibles. Dando a entender que lo que los dividía era sólo el poder, el uso del poder y el control del poder.
Ahora se van construyendo proyectos alternativos de acompañamiento crítico al proceso actual de gobierno de Morales que están muy cercanos a Felipe Quispe, pero también hay una idea muy fuerte de pugna por el poder, es decir, de convertirse en el adversario de Morales. La intención del artículo no es dar un pantallazo del futuro cercano, sino dar cuenta sólo de lo que muestra la realidad y lo que ésta muestra es que la correlación de fuerzas ha ido variando, que al asumir el discurso de Quispe el Mas ha ido perdiendo a las capaz medias de la sociedad que antes era su mayor caudal electoral, pero también ha ido desilusionando al mismo movimiento indígena por su posición es conciliadora y movida dentro de los marco esta vez no sólo de la democracia representativa y participativa aún de corte liberal, sino también dentro del enfoque que aún se tiene sobre el Estado y su componente esencial: tierra-territorio.
La versión que se tiene sobre lo que debería ser el Estado y la democracia hace notar que se han asimilado las reglas de juego, se las ha interiorizado de tal forma que se las reproduce a la hora de hacer gestión gubernamental, cosa que de principio era una práctica que había que desmontar, según la interpretación de Quispe y del MIP.
Entonces, es normal que ambas posturas se puedan llegar a enfrentar porque aún hay dos visiones de país, incluso tres: una que viene desde la derecha, otra que esta encarnada en el MAS y otra que es esgrimida por sectores indígeno-campeinos que a pesar de la victoria del MAS no se sientes parte del gobierno, no se sientes ni representados ni con posibilidades reales de participación. Esto sin duda, rebasa cualquier decreto o ley, supera a la misma Asamblea Constituyente. Va más allá, porque trata de entender en estricto sentido participación social e inclusión real de sectores diferentes con otro tipo de historias y con otro tipo de prácticas ciudadanas.
El debate no sólo debería concentrarse en la Asamblea Constituyente o en la renta que provienen de los recursos hidrocarburiferos, sino que debería de atender de nuevo a lo cultural, a ese tipo de construcciones identitarias que son las que al final movilizan realmente a las personas. Es el tema de la identidad y el tema de sus imaginarios el que no ha sido resuelto aún y no se resolverá con Decretos Supremos o Leyes, sino generando reales, flexibles y movibles canales de comunicación, socialización, respeto, tolerancia y acercamiento entre miembros de un mismo universo social, como lo es el mundo indígena, pero como ha venido sucediendo, dentro de este mismo universo las peleas han sido por el poder, dando como resultado limites en las acciones de unos y otros, lo que en términos políticos en este momento beneficia a la derecha.
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