Por: Marcel Claude
Hace bastante tiempo que los economistas han adoptado el crecimiento económico como la única solución de todos los problemas económicos que enfrentan las sociedades modernas.
Cuando la desigualdad prolifera como una verdadera plaga que inunda de infelicidad a los pueblos, al unísono los economistas responden: crecimiento económico. Esto porque si la economía crece se reduce la cesantía y muchos dejarían la temible línea de la pobreza. Ante los problemas de la inflación, lo mismo, si crece la economía se generan las condiciones para evitar la presión sobre los precios al aumentar la oferta. Extremando las cualidades del crecimiento de la economía, ante los problemas ambientales que se han constituido en un problema mayor del mundo moderno, la respuesta es la misma: cuando los países alcancen un nivel de ingreso per cápita similar al de los países hoy desarrollados, entonces empezarán a reducirse dichos problemas puesto que se podrían enfrentar los gastos de mitigación.
Independientemente de que el crecimiento del ingreso sea una condición necesaria para el mejoramiento material de los pueblos, no deja de inquietar el olvido generalizado que los economistas han practicado respecto a las otras preguntas que la economía debe saber responder. Éstas son básicamente cuatro: ¿Qué producir? ¿Cuánto producir? ¿Cómo producir? Y ¿Para quién producir? Hoy por hoy, el único tema central sobre el cual versa la conversación de los economistas es la respuesta a la pregunta sobre cuánto producir y la respuesta es una sola: al máximo.
Pero no es lo mismo crecer produciendo pan y leche que abusando de la explotación de los recursos naturales o, peor aún, produciendo armas nucleares o químicos altamente peligros. Por lo tanto, el qué producir es una pregunta que hay que saber responder. Tampoco es lo mismo producir usando intensivamente capital y poco trabajo que métodos intensivos en la contratación de personas y tampoco es lo mismo hacerlo utilizando tecnologías altamente contaminantes que aquellas más respetuosas del medio ambiente. Esto dice relación con el cómo producir. Finalmente, no es lo mismo producir para beneficio del 1% de la población que para el 100%, por lo que, el para quién producir es otra de las preguntas claves que los economistas deben saber responder para cumplir con su tarea de proveer recomendaciones de política que aumenten el bienestar de los pueblos.
Tengo la impresión de que la profesión no está cumpliendo con su deber.
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