Por: Pedro Aravena R.
Ante la debacle que afecta al mercado de capitales norteamericano y que se expande a los sistemas financieros de Europa, Asia y el resto del mundo, la respuesta de los voceros de los círculos que controlan la economía y la política en el país ha sido de un uniforme tono apaciguador, minimizando los alcances de la crisis y señalando que Chile estaría en inmejorables condiciones para enfrentarla y que, a lo más, las consecuencias serían marginales.
AIncluso, encaramándose en estas argumentaciones, algunos recomiendan “procurar un contexto de flexibilidad para el funcionamiento de la economía privada y el manejo más estricto posible de los recursos públicos”, es decir, la archi repetida receta de flexibilizar la escasa protección que aún resta en la legislación laboral y de reducir el gasto social.
Crisis en desarrollo
Pero dar la espalda al desastre que afecta al sistema económico forjado sobre bases de las doctrinas neoliberales, no disminuirá la gravedad de esta crisis y menos aún nos pondrá a salvo de sus inevitables efectos para el país. La inutilidad de esta cínica postura queda demostrada por The Wall Street Journal, que señala que los problemas de USA, han contagiado a Europa, Japón y el mundo en desarrollo y que pese al desesperado rescate intentado por el Departamento del Tesoro norteamericano (que alcanza a US $ 700 mil millones de dólares, un 5% del PIB de EE.UU. y más que todo lo gastado en la invasión a Irak) para prevenir el desplome de sus principales entidades bancarias privadas, “es probable que el deslizamiento hacia un bajón económico global continúe.”
Situación que ha hecho exclamar al Premio Nóbel en economía Joseph Stiglitz: “En un marco de tiempo relevante, los mercados no se autocorrigen. Ningún gobierno puede permanecer de brazos cruzados mientras un país entra en recesión o en una depresión, ni siquiera cuando han sido causadas por la avaricia de los banqueros o por los errores de evaluación de riesgos que cometen los mercados de valores y las agencias de rating. La cantinela de la derecha sobre la liberalización resultó estar equivocada, y ahora estamos pagando el precio.”
La crisis está en pleno desarrollo y nadie medianamente serio puede aseverar que no se verá involucrado y lamentablemente nos perjudicará como país, o mejor dicho, ya nos está afectando, especialmente a los que viven de una remuneración en cualquiera de sus formas.
Efecto en Chile
Pretender que Chile pasará invicto este desastre, no pasa de ser una nueva estupidez de la dogmática neoliberal, tal y como lo señala el economista Guillermo Calvo, de la Universidad de Columbia, que advierte sobre el hundimiento del precio del cobre y demás materias primas, el sobreendeudamiento del sector privado nacional con la banca internacional y la posibilidad de que esta fuente de recursos se agote, de lo peligroso de las actuales políticas antinflacionarias, en un momento en que la crisis traerá desempleo y de paso, advierte sobre el riesgo de la probable inversión de las ganancias por el sobreprecio del cobre en papeles de entidades financieras quebradas.
Efectivamente, ya hace meses que llegó al país, con el cierre de plantas elaboradoras de paneles en la Novena Región, dada la menor demanda de las empresas constructoras norteamericanas ante la caída de los mercados de viviendas suscitada por el cese de los pagos de las hipotecas subprime, pero es en los ahorros previsionales, con que se financian las pensiones de seguridad social, en donde se han producido los más notorios efectos del desastre financiero norteamericano, pues, según informe del 22 de este mes, de la Superintendencia de AFP, entre junio y septiembre los fondos de pensiones de las Administradoras de Fondos Previsionales han perdido 18 mil 427 millones de dólares, o sea, un 16,73% del total del fondo.
El Fondo A ha perdido un 25%, y un 19,7% el Fondo B. Informes de prensa calculan en unos 32 mil millones de dólares el total de los recursos de los ahorrantes forzados de las AFP, que están bailando en la cuerda floja en los mercados financieros internacionales, mientras que los capitalistas dueños del sistema de AFP han incrementado las comisiones que cobran a los trabajadores, en el mismo período. ¡Flor de comisionistas! Las AFP lideran el ranking nacional de las empresas más rentables, que en el 2005 aumentaron sus utilidades en casi 24%, y en 46% en 2006, por un total de 255 millones de dólares.
Caber preguntarse, ¿Quién se hará cargo de estas pérdidas, causadas por los erróneos cálculos especulativos de las AFP, como en el caso de la AFP Cuprum, que según “El Mercurio del 21/09/2008, tenía invertidos 21 millones de dólares en papeles del Banco Lehman Brothers, hoy en total bancarrota ?
¿Qué esperan las autoridades del Ejecutivo, del Banco Central, del Parlamento, para adoptar las medidas necesarias para rescatar y poner a debido resguardo los recursos previsionales de millones de chilenos, o prefieren coludirse con las maniobras especulativas de las transnacionales?
Oportunidad
Esta cuestión plantea una interrogante política de fondo, respecto de quien pagará el costo de esta crisis y está más que claro que de no mediar una acción y movilización decidida del Movimiento Sindical encabezado por la CUT y demás sectores democráticos, el precio será de cargo de las remuneraciones y no del capital, no sólo con disminuciones salvajes de las cuentas de ahorros previsionales de cada trabajadora y trabajador, sino que, además, con cesantía, con rebajas de salarios, con pérdidas de derechos adquiridos, con disminución del gasto social destinado a salud, educación y otras necesidades de las mayorías.
De otra parte, la supuesta infalibilidad de la doctrina neoliberal se encuentra por los suelos. Al tener que recurrir a la intervención directa del Estado, por la incapacidad de los mercados para detener el desastre, los otrora exegetas de la economía dura, es decir, de la charlatanería plagada de neologismos aprendidos de memoria en la Meca de Chicago, se limitan a observar como se fue a la mierda y marcha rauda a las alcantarillas de la Historia.
Premunidos de esta certeza hay que encarar en las próximas luchas político-electorales a los que abierta o solapadamente representan al neoliberalismo, defienden las AFP, pretenden imponer más flexibilidad laboral, y más privatización en la salud y educación privada. Los mismos que quieren seguir profitando del sistema electoral binominal e impedir con ello los cambios democráticos que requiere el país.Hoy es posible transformar este aciago momento, en un punto de quiebre de la hegemonía de los sectores neoliberales y echar las bases de una amplia unidad social y política para que el pueblo reconquiste su plena soberanía actualmente enajenada en manos del capital financiero transnacional.
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