Dos mineros muertos y otro en coma saldaron una nueva semana trágica para el carbón. Ilegales desde el cierre de Trongol, la última mina explotada por Enacar, los pirquenes brotan como callampas en los bosques de Forestal Arauco. Curiosamente, Enacar compra el carbón sacado furtivamente de su propia mina.
"Pastor, ¿qué hago con el cartón?, me dicen los niños cuando terminan el liceo. Al dejar de estudiar se les acaba la vida, porque este pueblo es una prisión para los jóvenes", dijo durante su homilía Abraham Vidal, pastor de la Iglesia Misión del Señor de la población Javiera Carrera, donde eran velados Marcos Olivares (25 años) y Samuel Gómez Ceroni (37), los dos mineros muertos el lunes pasado en el pirquén Benedicto Huenchuleo, en la zona de Lomas Bajas de Curanilahue.
Afuera de la iglesia, más de tres mil personas esperaban para despedir a sus compañeros, dos más en la interminable lista de muertos en la extracción del carbón. El pastor y los otros oradores del velorio recordaron a las autoridades presentes senadores, diputados, seremi, alcalde que no han hecho bien su trabajo y exigieron soluciones laborales para su gente. Mientras caminaban en el cortejo, Mariano Ruiz-Esquide y Alejandro Navarro, senadores por la zona, coincidieron que las políticas públicas de apoyo han sido insuficientes, precarias, y que se necesitan más ayudas para Arauco, que sigue siendo la provincia más atrasada del país.
La historia se repite desde hace un siglo. Curanilahue ("vado pedregoso", en lengua mapudungun) nació de campamentos instalados en torno a los piques que brotaban espontáneamente. En ese tiempo eran el Radal y Plegaria. Hoy es Loma Baja, la zona a 12 kilómetros del pueblo donde funcionó hasta 2006 Trongol, la última mina de carbón explotada por la estatal Enacar. El cierre, "por agotamiento del mineral", dejó grandes cantidades de carbón de baja ley, pero suficientemente alta para estimular su extracción, rentable para empresarios que operan con bajos costos de producción y sin medidas de seguridad, tal como se practica desde hace un siglo.
Los distintos intentos de reconversión y el Plan Arauco no han conseguido ofrecer salidas laborales a los mineros que difícilmente pudieron reciclarse en peluqueros o panaderos, dos de los oficios ofrecidos para que continuaran su vida laboral. "El oficio del minero es transmitido por generaciones y era casi imposible que se convirtieran en delicados peluqueros hombres rústicos que llevaban una vida sobreviviendo 150 metros debajo tierra. Siempre hacemos noticias por algo trágico, excepto por la Orquesta Sinfónica Infantil Juvenil, que es nuestro orgullo", explica Soranye Andrade, una curanilahuina que acaba de abrir una oficina de abogados en la ciudad, mientras señala la masa de desempleados que vaga por la plaza frente a la municipalidad.
LOS PIRATAS
"Cuando supimos que Enacar iba a cerrar la mina nos preparamos porque sabíamos que íbamos a abrir pirquenes en esa zona", reconocen Pablo Abusleme, que tiene una de las cinco plantas de lavado del carbón extraído furtivamente, y Benedicto Huenchuleo, el empresario del pirquén donde se produjo la tragedia. Abusleme conduce su camioneta por los caminos de ripio que rodean las plantaciones de eucaliptus de Forestal Arauco, mientras se acerca a la zona de pirquenes.
En medio del bosque surgen como callampas precarias ramadas techadas de zinc que protegen un equipo generador de corriente y una abertura de 1,5 x 2 metros, el inicio del socavón que baja unos 60 metros hasta la galería de extracción, la que se extiende por centenares de metros hacia los costados.
"Somos piratas, pero es una piratería consentida. La forestal no nos impide la entrada y Enacar es una de las tres empresas que nos compra el carbón sin preguntar de dónde viene", dice Abusleme. Luego alega que se les demoniza a ellos cuando tienen "tasas de siniestralidad laboral mucho menores a las del sector de la construcción, niña mimada del Gobierno y los empresarios". Las otras compradoras son Carbomatt y Carbesor. En conjunto venden unas 13 mil toneladas mensuales a la industria, entre ellas Nestlé, Iansa, Calaf, Agrosuper, hospitales y pesqueras.
Todos saben de dónde viene ese carbón. De la vieja mina Trongol de Enacar, quien sigue comprando carbón a bajo precio y mantiene de esta manera el delicado ciclo de la economía sumergida que sigue dando trabajo a unas 1.500 personas en Curanilahue, de 33 mil habitantes. "Tenemos 2.200 trabajadores en planes de empleo municipal y otros cuatro mil en la industria forestal, con empleos precarios, salarios muy bajos y sobreexplotación. Situación que gatilló el conflicto donde murió Rodrigo Cisternas, el obrero forestal que trabajaba para Forestal Arauco", reconoce Ahimalec Benítez, el alcalde (DC) que obtuvo el 57% de los votos y continúa con alto nivel de adhesión. La ciudad tiene un 15% de desempleo, el doble de la media nacional.
La forestal dejaría a los pirquineros trabajar, dicen en Curanilahue, porque así evita el robo de madera. Cuando la presión aumenta sobre los pirquineros, crece la tala ilegal.
"Don Anacleto Angelini, que se enriqueció con esta zona, no donó ni siquiera una camilla al pueblo", dice uno de los empresarios del carbón, una opinión que comparte, aunque más moderadamente, el alcalde Benítez: "La empresa forestal más grande de Sudamérica tiene su corazón en una de las comunas más pobres de Chile. Sus ejecutivos se lucen mostrando utilidades de 650 millones de dólares trimestrales y aquí no ha puesto ni una posta. Pero no podemos reventarnos entre nosotros, sino luchar para que entiendan que tienen un rol social que cumplir en esta comunidad", argumenta. Benítez, que se reunirá mañana lunes con Karen Poniachik, ministra de Minería, y los senadores Ruiz-Esquide y Navarro en Santiago, insiste en que el cierre definitivo de los pirquenes sólo agrava el conflicto social de su comuna y pedirá plata, créditos blandos y asesoría tecnológica.
"Si la Corfo gastara solo el 5% de lo que gasta en tratar de traer empresas a la provincia de Arauco, tendríamos seguridad laboral, capacitación, pequeños y medianos empresarios fortalecidos, porque no resistimos ni un estudio más. Ya nos han estudiado de todas las formas posibles. Ahora necesitamos inversión. Plata, porque cuando este país va a entrar al bicentenario y gasta millones de dólares en autopistas, avenidas, puertos, aeropuertos, nosotros seguimos sacando hechos charqui a hombres que bajaron a buscar pan a 150 metros bajo tierra", reclama el alcalde, a la salida del hospital de Concepción donde fue a visitar a los dos heridos en la explosión que siguen ingresados en la UTI".
Charles Gómez Cerino, el más grave, continuaba en estado de coma y sus condiciones eran críticas, con pocas esperanzas de recuperarse. LND
LUIS FUENTEALBA, PIRQUINERO
“No murieron por la explosión, sino por la demora del rescate”
Trabaja en un pirquén vecino. Apenas se produjo el accidente fueron a buscarlo para que pasara la camioneta, pero Fuentealba se metió por el socavón y llegó a metros de sus compañeros heridos de muerte. Éste es su relato: “Como a las ocho y media de la mañana dieron la alarma de la explosión. Se había reventado el gas en el pirquén de Huenchuleo. Me fueron a pedir la camioneta para llevar un herido al hospital. Cuando llegué, me di cuenta de que no había caído una sola persona y que había que tratar de ventilar la mina para sacar a los muchachos que quedaban dentro. Se habían quemado las mangas de ventilación y la ropa de los cabros, así que salía puro humo. Quedaban dos muchachos en el frente, a 130 metros de profundidad, y llegar allá fue lo más difícil.
Bajé con Moena, empezamos a extender la manga, me saqué el chaleco y me tapé la cara para no respirar tanto gas. Gracias a Dios andaba con la lámpara minera y me quedaban las manos libres para trabajar. Adentro, Moena se quedó sujetando la manga y yo me fui estirándola. Sólo quedaban Marcos y Samuel, los dos muchachos caídos. Como el gas no está a ras de piso, sino que sube, y abajo quedan unos 40 centímetros de aire más liviano, nos fuimos arrastrando. El humo era tan espeso que no dejaba ver nada. Llegué como a 15 metros de donde estaban los chiquillos, pero en ese momento no lo sabía. Llegó otro cabro que conocía el pirquén y quería seguir adelante, pero estaba entero mareado. Los llamamos para saber si estaban vivos. Les gritamos, pero nadie respondió. Nos dimos cuenta que debían estar muertos y si nos quedábamos ahí lo más probable es que íbamos a caer nosotros también.
Me llevé al muchacho y se me cayó desmayado. Tuve que sacarlo y pedí ayuda. Como a las once llegaron los bomberos y bajaron. Encontraron que Samuel tenía signos vitales, pero no lo pudieron sacar porque se les acabó el oxígeno y se devolvieron. Tuvimos que pedir más oxígeno. Ahí llegaron los GOPE de Concepción, que venían bien equipados, pero demoraron como media hora en planificar, poniéndose los equipos con una calma tremenda, como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Yo me molesté y les dije: ‘Bueno, caballeros, ¿van a hacer algo o no? Están las dos camillas y hay dos hombres allá dentro’. Les pregunté si tenían miedo y uno reconoció que nunca se había metido a una mina.
Atinaron a moverse y nos fuimos detrás de ellos. Trajeron a Samuel en una camilla y no se lo podían entre los dos bomberos y los dos GOPE, así que les ayudamos con una cuerda. Nos pasaron la camilla, la amarramos al carro y la sacamos para arriba. Luego volvieron a buscar al otro. Afuera le hicieron reanimación a Samuel. Yo estoy seguro que no lo mató la explosión, sino el tiempo de espera. Sólo tenía moretones en la cara y las manos quemadas. Murió asfixiado, pero se pudo haber salvado si lo sacábamos antes y la gente que tenía que haber llegado en su momento hubiera llegado.
Puede ser que Marcos Olivares haya muerto por la explosión, pero cuando los sacamos habían pasado más de tres horas y estaban helados. Creemos que al enchufar la luz portátil se produjo la chispa y vino la explosión, porque cuando hay gas basta con una chispa del interruptor para que explote el indeseable. La patrulla de Enacar, que está aquí a media hora, se demoró más de tres horas en llegar. Ese es el sabor amargo que te queda. La verdad es que no mostraron ningún interés, pero tampoco vamos a culpar a nadie”.
En busca del gas prometido
El jueves estuvo en Curanilahue el ex ministro Jaime Ravinet, representante de Layne Energy Inc., empresa norteamericana dedicada a la explotación de proyectos de gas metano extraído de yacimientos de carbón. En abril pasado firmó un contrato especial de operación petrolera (CEOP) con el Ministerio de Minería para el estudio y extracción de gas desde las minas de carbón de Arauco, con una inversión estimada en 17 millones de dólares. Fernando Pardo, de radio Nahuelbuta de Curanilahue, consiguió llevarlo a su estudio. Ravinet explicó que confía en que las prospecciones que iniciará Layne Energy encuentren gas suficiente para iniciar en los próximos años la extracción de ese combustible desde los yacimientos de la comuna. El alcalde Benítez confirmó que Ravinet, en calidad de asesor de la minera norteamericana, confía en detectar reservas de gas suficientes para empezar a operar en unos años.
El acuerdo de la discordia
El 24 de mayo de 2007, en la Gobernación provincial se firmó un acuerdo que, según los pirquineros, regulariza “la difícil situación por la que atraviesan un grupo de pirquineros por los riesgos asociados a la extracción en pertenencias de Enacar S.A. en la zona de Lomas Bajas”.
El acuerdo, firmado por el gobernador Álvaro Rivas; el seremi de Minería, Carlos Almanza; el director regional de Sernageomín, Héctor Contreras; el gerente general de Enacar-Carvile, Ricardo Vargas; el alcalde Ahimalec Benítez, y los pirquineros Benedicto Huenchuleo y Ricardo Martínez, considera, entre otras cosas, que Enacar contrataría un topógrafo para precisar el área de mayor riesgo, “después de lo cual los pirquineros del sector procederán a retirarse y sellar dichos trabajos”. El acuerdo abarcaba seis pirquenes, de los que cuatro fueron cerrados y sellados por maquinaria de Enacar. Uno de los que estaba pendiente de ese control topográfico sería, según los pirquineros, el pirquén de Benedicto Huenchuleo, donde se produjo el accidente. Otro punto que los pirquineros esgrimen para argumentar que el acuerdo “regularizaba” su extracción es el que dice que “la comunidad se compromete a abandonar el sector al momento que los sondajes” ofrecidos por las autoridades para encontrar nuevas vetas de mineral “arrojen resultados positivos.
Sin embargo, Carlos Almanza, seremi de Minería de Biobío, explicó que “al suscribir este acuerdo la autoridad no avaló una faena ilegal sino que buscó regularizar la situación de muchos pirquenes que sí están en condiciones de ser explotados, pero previa supervisión de Sernageomín, y en ningún caso autorizó faenas en Loma Baja”.
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