La tragedia que afecta a miles de habitantes de Chaitén y Futaleufú dejó en evidencia la precariedad de la vida que llevan nuestros compatriotas de aquellas regiones y demostró, una vez más, que el modelo neoliberal no se hace cargo de los problemas concretos de los chilenos.
Cuando Teresita Alamos abandonó cabizbaja su casa de tantos años, para ser evacuada por una barcaza de la Armada, junto a toda su familia, en dirección a Castro, se dio cuenta que sus pies se hundían sobre una capa de cenizas de más de treinta centímetros.
Cuando Teresita Alamos abandonó cabizbaja su casa de tantos años, para ser evacuada por una barcaza de la Armada, junto a toda su familia, en dirección a Castro, se dio cuenta que sus pies se hundían sobre una capa de cenizas de más de treinta centímetros.
“Es como hundirse en la nieve”, le comentó a sus acompañantes. Lo que la mujer no podía reparar era que, además, su caminata verificaba el resultado de un sistema económico salvaje, que ya lleva 35 años de vigencia y que no soluciona las necesidades urgentes de los chilenos, mucho menos de quiénes viven en lugares apartados, como los de la Décima Región y Undécima Región.
Los problemas de los ayseninos son múltiples y no pasan solamente por la falta de conectividad, argumento que utiliza “El Mercurio” para llevar agua al molino de las empresas privadas, que lucran con la explotación devastadora de los recursos naturales, en beneficio de sus intereses.
La Presidenta Bachelet llegó hasta la zona afectada y se impuso de la magnitud de las consecuencias de la erupción: seis mil personas evacuadas, quince mil cabezas de ganado en peligro, el futuro de la riqueza turística en serio riesgo, cultivos dañados irreversiblemente y, si la situación se agrava o se prolonga en el tiempo, un signo de incertidumbre sobre el destino del perímetro afectado.
Al cierre de la presente edición de “El Siglo”, los expertos consideraban que el decurso de la erupción era imprevisible y que era necesario estar preparado para lo peor, lo que llevó al gobierno a nombrar al Ministro de Defensa, José Goñi, como autoridad en campaña, para que coordinara la ayuda a los damnificados.
La gran interrogante es que ocurrirá una vez que la tragedia deje de ser explotada sensacionalistamente por muchos medios de comunicación que, manipulan el fondo del problema, adjudicándole la responsabilidad a “la Naturaleza”, evadiendo así la implicancia de un sistema económico que no se hace cargo de las necesidades básicas de los seres humanos: salud, transporte, trabajo, salario digno, educación, esparcimiento, etc.
Los meses venideros demostrarán si se apunta a soluciones de fondo o a estrategias “de emergencia”, que pasan a ser permanentes, como ocurre a menudo con los terremotos. Por lo pronto, en el caso de Chaitén y de Futaleufú, queda claro que los más afectados, como siempre, son los pobres, postergados y excluidos por el sistema.
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