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lunes, 7 de abril de 2008

El Mercurio: Un Viejo Conocido


Por: Pedro Cayuqueo

La soterrada campaña de El Mercurio en Chile contra los mapuches, evidenciada en un polémico reportaje publicado en febrero y desmentido más tarde por diversos actores, da cuenta de una política editorial racista que se hunde en los anales del periodico. Ya en el siglo XIX el "decano" de la prensa chilena lideraba la campaña por la ocupación de Wallmapu, llamando a "encadenar o destruir" a los mapuches. El odio aun persiste.

La noticia fue publicada como un golpe periodístico el pasado 3 de febrero: tema de portada de la sección dominical de Reportajes de El Mercurio. En pleno apogeo de la lucha mapuche, con una dramática huelga de hambre, múltiples acciones de solidaridad y un gobierno obligado a nombrar un “Alto Comisionado” para descomprimir la tensión reinante, El Mercurio dejaba al descubierto la “verdad oculta” tras el conflicto. Resumiendo, la acción de infiltrados extranjeros en comunidades, contactos mapuches con “organizaciones terroristas”, “embajadores mapuches” haciendo lobby y la injerencia de partidos separatistas “vascos, catalanes y gallegos”, incluida la organización armada vasca ETA, en la conformación del partido mapuche Wallmapuwen, inscrito a fines de 2007 en los registros electorales.Según el reportaje, titulado El imparable lobby mapuche en Europa en busca del autogobierno, “la huelga de hambre de Patricia Troncoso dejó en evidencia una situación inadvertida hasta ahora en Chile, que se ha fraguado silenciosamente en las principales ciudades europeas durante la última década: los dirigentes y representantes de los grupos mapuches realizan un potente lobby en países como España, Holanda e Inglaterra, y han establecido alianzas formales con partidos políticos nacionalistas e independentistas, para recibir adoctrinamiento sobre la administración de territorios autónomos. Entre los 'socios' de los mapuches en Europa figura Batasuna, el brazo político de la banda terrorista ETA”.

Dos párrafos más adelante, precisaba el difuso los mapuches en Europa, apuntando a una organización en particular: “Wallmapuwen apoya a los independentistas del País Vasco, incluso a los grupos más radicales, como Batasuna, el brazo político de ETA”. La sigla “ETA” se repetiría otras 3 veces en el reportaje. Pero la guinda de la torta sería publicada 24 horas más tarde. A través de una crónica titulada España apoyará la descentralización de los mapuches, El Mercurio denunció que para promover el “separatismo”, Wallmapuwen recibiría al año sobre 3 millones de euros por parte de la Agencia Española de Cooperación (AECI), información ratificada en Madrid al medio chileno por los propios encargados de dicho organismo. Golpe periodístico total.En los hechos se trataba de un burdo montaje comunicacional. Cuando menos, una descarada tergiversación de datos reales, mezclados con falsedades y tergiversaciones, que la dirección de El Mercurio no dudó en publicar en primera plana. El propio embajador hispano en Chile, José Antonio Martínez de Villarreal, salió al paso de las “revelaciones” a través de una dura carta enviada al director del diario, el influyente empresario Agustín Edwards. “De una lectura pormenorizada de los documentos de laCooperación Española y de las Actas de las Comisiones Mixtas hispano chilenas, se desprende que el artículo constituye una burda manipulación de la información suministrada y existente. El Programa Bilateral de Cooperación no contempla en absoluto fondos específicos para el Pueblo Mapuche, como sobradamente conoce la Agencia Chilena de Cooperación Internacional”, subrayó el embajador.

“En un tema tan sensible, considero que la información publicada distorsiona la imagen de la cooperación española y de la política exterior de España en Chile, e induce a los lectores a una grave confusión. Por ello, y en aras de una información veraz, creo indispensable la publicación en su diario de una rectificación que tenga un impacto similar al producido por el desafortunado artículo”, demandó el diplomático. Huelga destacar que a la fecha de publicación de este reportaje, ninguna rectificación ha sido publicada por El Mercurio, medio que se limitó a reconocer –en su edición digital- que lo publicado fue producto de un “lamentable malentendido” de su corresponsal en Madrid.
Un viejo conocido
“No es tan sorprendente lo publicado por El Mercurio”, señala el dirigente mapuche Víctor Naguil. “En otras oportunidades este diario ha desplegado ofensivas comunicacionales que tratan de cuestionar y desprestigiar las demandas y las luchas de nuestro pueblo. Es esa histeria tan típica de la extrema derecha que ve por todas partes “guerrilleros” y “oscuras actividades” que amenazan la unidad nacional”, subraya. Naguil, responsable de relaciones internacionales de Wallmapuwen, pone el acento en la persistencia histórica de una “línea editorial racista y marcadamente antimapuche”. “Ellos ni siquiera conciben que pueda existir una deuda histórica,como lo evidencian sus múltiples editoriales. Yo me pregunto, ¿es el mapuche que ha robado su tierra al winka? ¿quién no ha respetado la propiedad ajena? ¿dónde está el ganado y la platería que tenían nuestros mayores? ¿quién ha usurpado las tierras que el propio Estado chileno reconocía, con los títulos de merced, como propiedad de las comunidades? La historia de nuestra expoliación como pueblo tiene sus raíces en la invasión militar de nuestro territorio en la segunda mitad del siglo XIX. Es una historia de violencia, asesinatos masivos, saqueo y despojo territorial donde El Mercurio jugó un rol preponderante”, subraya.
Lo señalado por Naguil trae a colación el pasaje más oscuro en la historia del periodismo chileno: el rol jugado por El Mercurio en la ocupación militar del territorio mapuche en la segunda mitad del siglo XIX. A juicio del destacado historiador y académico de la Universidad de La Frontera de Temuco, Jorge Pinto Rodríguez, la campaña pro-ocupación de la llamada Araucanía fue prácticamente dirigida desde las oficinas de El Mercurio de Valparaíso, por entonces el órgano más representativo de los intereses de los inversionistas y la oligarquía chilena. Explica Pinto en su libro De la inclusión a la exclusión: la formación del Estado, la Nación y el Pueblo Mapuche (Colección Ideas, 2000), que durante el siglo XIX la economía chilena fue una proyección de la economía colonial, es decir un modelo de crecimiento “hacia fuera” basado casi exclusivamente en exportaciones de materias primas. La grave crisis económica de 1857 no logró que la clase dirigente local se replanteara dicho modelo de desarrollo. Por el contrario, condujo más bien a que las soluciones se buscaran en la conquista de nuevos territorios, “campos para el cultivo”, entre ellos el Wallmapu, el País de los Mapuches, hasta entonces soberano.
Tras este esfuerzo un rol importante recaería en la prensa. Mientras influyentes periódicos como El Ferrocarril ponían el acento en el mal manejo de la economía y los factores externos que agravaban la crisis económica, El Mercurio de Valparaíso centró su mirada en el Wallmapu, “desatando un verdadero vendaval en pro de la invasión”, indica Pinto. “El Porvenir industrial de Chile – sostenía El Mercurio en una editorial de mayo de 1859- se encuentra a no dudarlo, en la rejión del Sur (...) Natural es pues que las miradas de la previsión se dirijan hacia esa parte, la más rica y extensa del territorio chileno”. En palabras de Pinto, el País Mapuche comenzó entonces a ser visto por la sociedad chilena del centro como una “gran hacienda inculta”. Civilización versus barbarie, arengaba El Mercurio, que en esa época era propiedad de Matías Cousiño Jonquera,socio de Agustín Edwards Ossandón desde 1845 en la Sociedad Minera de Copiapó. Este último se hizo dueño del diario en 1875 al aprovechar una aguda crisis del principal dueño del periódico, Ricardo Tornero, comprándole el edificio que ocupaba en calle de la Aduana. Dos años más tarde la familia Edwards asumiríael control total del periódico.
En medio de la crisis económica, sendos artículos de El Mercurio abogaban por la inmediata ocupación chilena del Wallmapu, argumentando, entre otras cosas, la riqueza infinita de la zona. José Bengoa, autor de La Historia del Pueblo Mapuche, señala que detrás de estas opiniones editoriales estaba José Bunster, inversionista de Valparaiso que puso negocios en Mulchén y Angol, gravemente perjudicados por la actitud beligerante asumida por algunas parcialidades mapuches en torno al avance sin control de colonos y empresarios, uno de ellos el propio José Bunster. “Tierras, eso era lo que Chile necesitaba, sobre todo en momentos de una crisis que obligaba a los grupos dirigentes a pensar en aquellos territorios que podrían abrir las puertas a nuevos mercados externos”, señala el profesor Jorge Pinto.

“El porvenir de Chile -sostenia El Mercurio el 24 de mayo de 1859- se encuentra a no dudarlo en la rejión del Sur, no teniendo hacia el norte mas que áridos desiertos que un accidente tan casual como el hallazgo de ricos minerales ha logrado hacer célebres, dándoles una importancia que dista mucho de ser imperecedera. Natural es, pues, que las miradas de la previsión se dirijan hacia esa parte, la más rica y extensa del teritorio chileno”. “En el norte las riquezas del pasado se habían esfumado y en la mente del articulista de El Mercurio solo quedaban imágenes de aridez y fortunas precarias. Chile debía cambiar su destino, el sur ofrecia un mundo amplio y venturoso, no habia alternativas, teníamos que ocupar la Araucanía y aprovechar lo que la Providencia habia puesto en nuestras manos. El peligro para el mundo indígena se habia desencadenado”, subraya Pinto.
La Revolución de 1859, donde parcialidades mapuches se aliaron con uno u otro bando chileno en disputa, hizo que los artículos de prensa se multiplicaron en cantidad y virulencia verbal. “La prensa de esos años - consigna Pinto - aprovechó esta participación indígena para juzgar en duros términos a los mapuche. El Mercurio se puso de nuevo a la cabeza de la campaña destinada a convencer al país que se debia actuar en la Araucania sin tardanza”. El siguiente párrafo resume su punto de vista. “Todo lo ha gastado la naturaleza en desarrollar su cuerpo, mientras que su inteligencia ha quedado a la par de los animales de rapiña, cuyas cualidades posee en alto grado, no habiendo tenido jamás una emoción moral”, subrayó El Mercurio en una editorial que haría palidecer a los jerarcas nazis. “Los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos, sin provecho del jénero humano y una asociación de bárbaros, tan bárbaros como los pampas o como los araucanos, no es más que una horda de fieras que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en bien de la civilización”, agregaba el “Decano” de la prensa chilena en su campaña porla “solución final”.
Otro párrafo deja en evidencia esta verdadera “ideología de la ocupación”: “No se trata sólo de la adquisición de algún retazo insignificante de terreno, pues no le faltan terrenos a Chile; no se trata de la soberanía nominal sobre una horda de bárbaros, pues esta siempre se ha pretendido tener: se trata de formar de las dos partes separadas de nuestra República un complejo ligado; se trata de abrir un manantial inagotable de nuevos recursos en agricultura y minería; nuevos caminos para el comercio en ríos navegables y pasos fácilmente accesibles sobre las cordilleras de los Andes... en fin, se trata del triunfo de la civilización sobre la barbarie, de la humanidad sobre la bestialidad” (Julio de 1859).
“En vano los mapuches protestaron por los ataques de que eran objeto. La historia estaba girando hacia una dirección muy diferente”, señala Jorge Pinto. “Ya es llegado el momento de emprender seriamente la campaña contra esa raza soberbia y sanguinaria, cuya sola presencia es una amenaza palpitante, una angustia para las riquezas de las ricas provincias del sur. ¿Qué familia puede estar tranquila ni entregarse con confianza a sus trabajos, si el día menos pensado una turba de malhechores salvajes llega a sus puertas, incendia sus propiedades y las hace perecer en el martirio sin respetar a las mujeres, a los ancianos y a los niños”. Tal era la preocupación de El Mercurio, manifestada en su editorial del 1 de noviembre de 1860, titulada “Los Bárbaros de Arauco”. “La crisis del año 57 y la Revolución de 1859 aceleraron - resume Pinto- la invasión a las tierras indígenas. La primera, porque la contracción económica demostró que Chile necesitaba las tierras de la Araucania y la Revolución del 59 porque dio origen a una serie de comentarios que convencieron al gobierno de que habia llegado la hora de actuar en aquella parte del país, no sometida aun a la autoridad del Estado”. Y en todo ello, un rol preponderante correspondió a El Mercurio.
Los mal llamados “mapuches”
Transcurridos más de 150 años, el tenor de las editoriales y columnas de El Mercurio no han variado sustancialmente. También con fecha 3 de febrero de 2008, una columna editorial firmada por el historiador chileno Sergio Villalobos, planteaba sus dudas respecto de la propia existencia actual de los mapuches. “En el tema de los mal llamados “mapuches” – escribió Villalobos surgen con vehemencia opiniones infundadas o que son producto de la ignorancia. Cualquier persona que eche un vistazo sobre la historia universal comprenderá que el trayecto de la humanidad ha sido una superposición, violenta o pacífica, de unos pueblos o etnias sobre otros. Todas las dominaciones han sido un doble proceso: la imposición violenta o pacífica de los dominadores y la aceptación, pese a la lucha, de los dominados. Estos terminan adaptándose y acomodándose en el lado de los dominadores e incluso combaten al lado de éstos contra sus hermanos. Es lo que ocurrió con los araucanos”. “Después de tantos años de historia resulta comprensible que haya tantos descendientes de los viejos araucanos que han logrado integrarse y que otros lo desean. Pero hay voces interesadas de antropólogos, activistas, políticos y periodistas, que pretenden ignorar esa realidad, propician la segregación y la mantención de categorías ancestrales”, remató el Premio Nacional de Historia.
A juicio de Víctor Naguil, un “mal llamado mapuche” según el decir de Villalobos, la cruzada del historiador contra su pueblo tendría algo de obsesivo y enfermizo. “Conocemos de sobra sus verdades. Para él no existimos. Existen chilenos con ascendencia mapuche y pretende demostrarlo históricamente. Como si nos pudiera convencer, a nosotros los mapuche, no sólo que usamos un nombre que no es el correcto - el habla de “araucanos”- , sino que además no existimos, que el proceso que estamos viviendo no es más que un enorme equívoco. Villalobos interviene en un debate político, con argumentos políticos que trata de hacer pasar por argumentos históricos”, subraya el dirigente. El historiador Jorge Pinto, quien fue alumno de Villalobos y reconoce su condición de discípulo del Premio Nacional, no duda en cuestionar la particular visión de su maestro en torno a los mapuches. A juicio de Pinto, en lo estrictamente académico existiría una clara discrepancia en torno a como Villalobos interpreta lo sucedido con los mapuches tras la ocupación militar de su otrora extenso y rico territorio.
Para Pinto, y gran parte de los historiadores actuales, la invasión marcaría el inicio de un nuevo ciclo en la historia fronteriza delmsur, caracterizado esta vez por la presencia del Estado. Para Villalobos, en cambio, marcaría el fin de una historia y de un pueblo. “Villalobos insiste en que estaríamos en la última fase de una historia que empieza en el siglo XVI”, clarifica Pinto. De allí que para el octogenario historiador, la historia de los “araucanos” termina irremediablemente con su derrota. Es decir, con la dominación de un pueblo más fuerte y preparado sobre ellos, “la irremediable rueda de la historia”, según su particular visión. Pero las opiniones de Villalobos en El Mercurio distan mucho de ser estrictamente académicas. Lo reconoce el propio Jorge Pinto.

“Nuestro maestro insiste en que se usó poca pólvora, no se cometieron injusticias y que, como sugirió Cornelio Saavedra cuando recién se iniciaba el proceso, el ejército necesitó más mosto que balas. No se por que razón, ignorando una enorme cantidad de testimonios, Villalobos insiste en este planteamiento. Lo mismo lo lleva a descalificar las movilizaciones mapuches y a asumir una actitud muy agresiva hacia el mundo indígena y los historiadores que nos hemos propuesto mostrar una historia distinta a la que oficialmente se ha asumido en Chile. A mí me sorprende que un historiador tan riguroso y tan respetuoso de las fuentes actúe en esto con evidente parcialidad, legitimando sólo algunos documentos y negándole validez a otros”.
“Sergio Villalobos – agrega el historiador de Temuco- cree que el pueblo mapuche desapareció en el siglo XIX y, aún, parece alegrarse de que eso hubiese ocurrido. Muchas veces tengo la impresión que, retomando viejos argumentos del positivismo decimonónico, considera justo que los pueblos que él considera “atrasados” o que poco han aportado al desarrollo del país, desaparezcan. El progreso, señala, los elimina naturalmente. De estas apreciaciones deduce que los historiadores y antropólogos que no compartimos sus juicios, “inventaron” al mapuche del siglo XX. Desde mi punto de vista, comete dos errores: en primer lugar, ignorar el aporte de los mapuches al desarrollo de nuestro país y, en segundo lugar, no reconocer su existencia en el siglo XX. Hoy se ven en las comunidades, en Temuco, en la Universidad, en los Servicios Públicos, en el ejercicio de profesiones respetables, en la educación, tanto en nuestra región como en Santiago, Valparaíso y Concepción. Los censos chilenos de todo el siglo XX los registró como tales, la prensa dio cuenta de sus agrupaciones y movilizaciones, la clase política no los pudo ignorar, entonces, ¿a título de qué un historiador se empeñaen argumentar que han desaparecido?”, se pregunta finalmente Pinto.
Lo cierto es que la columna de Villalobos no quedó sin respuesta en El Mercurio. Días posteriores a su publicación, sendas cartas al director dieron cuenta de la molestia de diversos lectores. Entre ellos destacó Gastón Soublette, destacado intelectual chileno que -al igual de Pinto- cuestionó las teorías del Premio Nacional. “Villalobos publicó un artículo sobre los 'araucanos', cuya terminología equívoca induce a error. Dice que los mapuches son chilenos, y eso no sólo jurídicamente, sino como raza, pues según él la etnia mapuche ha dejado de existir por el mestizaje... Con ese tipo de generalizaciones de escritorio da la impresión de que la intención de don Sergio es la de solucionar el problema mapuche suprimiéndolo; vale decir, ¡los mapuches no existen! ¿Qué se puede entender de la historia sin una visión antropológica? Don Sergio cae en afirmaciones tan falaces como ésta: 'Los araucanos acabaron en forma violenta con los pewenches'. Él, desde su escritorio, puede hacer ese tipo de generalizaciones. Otra cosa es tomarse la pena de subir la cordillera a encontrarse con ellos -como lo ha hecho el suscrito-, participar de su vida cotidiana y asistir a sus grandes rogativas para comprender que ahí hay una cultura diferente a la de las zonas propiamente mapuches, aunque de la misma base”, subrayó el filósofo y académico.
Otro que agarró el guante fue Rodrigo Rojas, director de la Escuela de Literatura de la Universidad Diego Portales. “Gracias al señor Villalobos - señaló irónico - me entero que los mapuche no existen; perdón me expresé en mapuzungun, quise decir los araucanos. ¿En qué minuto sucedió? Seguramente fue por su capacidad de adaptación, tanto que les gustó el caballo, el hierro y ahora la internet y el Partido Separatista Vasco. Todas éstas son señales de que ha desaparecido su cultura. Por supuesto, sólo la nuestra, la cultura dominante, ese vástago casi occidental, tiene el privilegio de imitar al mundo industrializado y de cambiar para adaptarse sin perder su identidad. Lo sospechaba, pero no me atrevía a decirlo. Ahora que lo afirma alguien que goza de la autoridad conferida por los cartapacios de la educación formal, lo puedo repetir: el mapuche no existe”.
“Los libros publicados en esa lengua - destacó Rojas - son nada más que una moda étnica de autores como Leonel Lienlaf, Elicura Chihuailaf, Jaime Huenún, Jacqueline Canihuán, Adriana Paredes Pinda, entre muchos. Un albañil de Cerro Navia, David Añiñir, un día se levantó por la mañana y decidió convencer a sus padres, emigrados de reservaciones indígenas, de que él era mapuche. También fingió frente a sus vecinos que era un peñi, y ellos también venían fingiendo hace dos o tres generaciones, desde que instalaron su campamento en la periferia de Santiago-waria. Qué descaro, a ese albañil se le ocurrió escribir poemas con palabras mapuches incrustadas y al mismo tiempo declararse punk (¡un mapunky, imagínense!). Su libro Mapurbe también debe ser un capricho, y gracias a las tranquilizadoras palabras del señor Villalobos sabemos que habla de algo que no existe”.
La respuesta de Villalobos a sus detractores no se dejó esperar. Con fecha 13 de febrero, El Mercurio destacó una nueva columna del octogenario historiador, donde este daba por cerrada la polémica fiel a su estilo: reafirmando sus dichos y restando validez a las opiniones divergentes con sus particulares teorias sobre la extinción mapuche. “Dentro de la demagogia indigenista se habla de una 'deuda histórica', un concepto que no tiene la menor base. Fueron los propios araucanos los que ayudaron a su dominación, movidos por los intereses, por el aguardiente y toda clase de baratijas. Contingentes de araucanos, denominados 'indios amigos' por los españoles, combatieron contra sus hermanos y aceptaron beneficios al lado de los dominadores, incluso sueldos e incorporación a la planta del Ejército Real. Aprovecharon el comercio y transformaron su economía, aceptaron a sus hijos mestizos, algunos de los cuales fueron caciques de renombre. Durante la ocupación, arrendaron y vendieron tierras a los "huincas", en medio de mutuos engaños, y hubo muchas comunidades que aceptaron el avance de las tropas y la instalación de colonos. Sin la colaboración de los propios araucanos no habría habido dominación", remató el Premio Nacional.
Desde Inglaterra, Reynaldo Mariqueo, exiliado en los 80’ y encargado actual del activo Mapuche International Link (Enlace Mapuche Internacional), organización denunciada además por El Mercurio de “encabezar el lobby pro-mapuche” en Europa, resume el sentir de todo un pueblo frente a las últimas campañas desinformativas del matutino. “El Mercurio no solo miente, también se mofa de nuestra cultura mapuche y a pesar de enfrentar una ola de críticas y clarificaciones que incluye el Embajador de España, no pide disculpas públicas. El Mercurio da amplia cobertura a 'personajes' que niegan la existencia del pueblo mapuche, y nos presenta a los que llama 'embajadores' mapuche de Europa como revoltosos pagados que protestamos solo por protestar. El Mercurio maliciosamente se olvida mencionar que la causa del exilio de los mapuche que hoy vivimos en Europa fue haber estado involucrados en el proceso democrático de recuperación de tierras durante la Unidad Popular, proceso que el gobierno de facto de Pinochet revirtió sancionándonos con la prisión, esto sin mencionar los cientos de mapuches asesinados, torturados y desparecidos, de los cuales El Mercurio jamás se acuerda”, sentenció Mariqueo.

* Una versión de este reportaje fue publicado originalmente en Revista Punto Final Nº659.
El Reportaje completo puede encontrarlo en la columna derecha de este blog ó en la seccion documentos.

2 comentarios:

Joëlle dijo...

Muy interesante el enfoque histórico que Pedro Cayuqueo le dio a este artículo. Eso sí que es periodismo.

Anónimo dijo...

es muy bueno todo lo que escribes , continua en esto.

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La Misión tuvo su origen en la iniciativa de los miembros de la Rama Chilena después del asesinato de Matías Catrileo, y de la denuncia efectuada por dicha rama en el Palacio de Justicia. Conmocionado por la crítica situación derivada de la huelga de hambre mantenida por los presos mapuche, las denuncias de violencia policial en las múltiples manifestaciones desarrolladas en el marco de esta huelga, las denuncias de militarización de las Comunidades y de violencia policial en ellas, los escasos pronunciamientos de la sociedad civil y la agudización del conflicto entre el Estado de Chile y el pueblo Mapuche. Esta iniciativa se formuló a la Directiva Continental, por intermedio de su Presidenta, Vanessa Ramos, y se invitó a integrar la Misión a los dirigentes de la Rama Argentina en razón de su cercanía. Posteriormente, se convoca a la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Argentina, sumándose a la delegación el Presidente de la Asamblea de Bolsón y Miembro del Consejo Nacional de la Presidencia.

Documental: El Despojo

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Este libro y su campaña de difusión son una iniciativa del Consejo de Defensa de la Patagonia Chilena (CDP), colectivo de organizaciones ambientales, sociales, vecinales y de personas que comparten una visión común sobre la vocación de la Patagonia Chilena —ligada a su cultura, la conservación, el turismo y el desarrollo sustentable—, y que promueven alternativas a proyectos que amenazan su naturaleza, tales como las mega represas hidroeléctricas. A esta campaña se suman profesionales, artistas, intelectuales, empresarios y organismos nacionales e internacionales comprometidos con el cuidado del medio ambiente y los ecosistemas patagónicos.

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